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Nuevo orden político internacional y las consecuencias para América Latina

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Selene López

Hace menos de un mes simpatizantes del expresidente brasileño Jair Bolsonaro se tomaron de la sede del Ejecutivo de su país por negarse a aceptar los resultados electorales que dieron la victoria a Lula Da Silva. Perú lleva un mes de protestas a raíz de la crisis política que se agudizó con la salida de Pedro Castillo. Ayer Brasil, hoy es Perú, pero lo fueron Chile (2019), Colombia (2021), Ecuador (2022) y mañana lo será otras democracias de nuestra región. Comprometerse con la definición de democracia minimalista de Schumpeter parece más difícil en tiempos actuales. Los pasados 30 años han sido los más democráticos en América Latina pero actualmente vemos un resurgimiento autoritario en la región y el mundo. El orden internacional actual parece ser menos favorable a la democracia, entendiendo a la democracia en su mínima definición ¿Las razones de este clima tan reacio a la democracia? Nombremos algunas.

La primera, el fin de un mundo unipolar y la naturaleza anárquica de los estados. El fin de la Guerra Fría fue visto con gran optimismo por los ojos de teóricos liberales de las relaciones internacionales como Fukuyama que en 1989 proclamó: “el fin de la historia”. Basándose en la idea de Hegel, Fukuyama argumentó que todos los grandes desafíos al liberalismo, como el fascismo y el comunismo, están muertos, mientras que la democracia y el libre comercio son ahora una condición suficiente para un orden internacional pacífico. Sin embargo, ahora vivimos un mundo multipolar con una importancia cada vez mayor de Rusia y China, la primera abiertamente en guerra con Ucrania; hay una la constante presencia de líderes autoritarios en todas partes del mundo como El Salvador, Turquía, Brasil, Hungría, inestabilidad política y violación de derechos humanos en Qatar, Myanmar; los partidos nacionalistas de derecha radical con un fuerte discurso contra la integración están ganando apoyo en la mayoría de los países de la Unión Europea. El Reino Unido ya no forma parte de la Unión Europea.

Segundo, décadas de crecimiento económico no sostenido por la propia configuración del sistema internacional. Sobre la base del argumento de que el proteccionismo lleva a la guerra mientras que la apertura termina en paz, una de las características más célebres del orden internacional liberal fue priorizar la apertura comercial en instituciones como el FMI y el Banco Mundial. Sin embargo, hoy vemos un gran declive en el comercio internacional, empezando por EE. UU que impone enormes barreras arancelarias. El orden internacional liberal se basó en la idea de que los estados soberanos nacionales comercian con sus pares como unidades económicas discretas; sin embargo, “esa se ha convertido constantemente en la excepción más que en la regla”, la regla es algo así como un “mercantilismo corporativo” que significa que algunos países en comercio abierto están en mejores condiciones porque otros están en peores condiciones.

En América Latina tenemos alrededor de dos y medias décadas perdidas. No hay crecimiento económico sostenido, esto hace socialmente vulnerables a importantes sectores de la población- cuando hay caídas en el crecimiento económico hay sectores sociales que simplemente no se recuperan.

En las negociaciones de la OMC, los países ricos insistieron en protecciones continuas y asimétricas de sus mercados a través de aranceles, cuotas, derechos antidumping, créditos a la exportación y enormes subsidios a los productores nacionales. Tal proteccionismo proporciona una ilustración convincente de la hipocresía de los estados ricos que insisten y ordenan que sus propias exportaciones sean recibidas con mercados abiertos. Además, que a nivel internacional lo que ha traído la globalización son estándares laborales más bajos para evitar la subcontratación, reducción de impuestos corporativos para atraer empresas y hacer cumplir los derechos de propiedad intelectual. La globalización también significa integración financiera, es decir, un crecimiento espectacular del movimiento entre monedas. Gran parte de este movimiento es especulativo, es decir, mucho más movimiento del necesario comparado al movimiento de bienes y servicios. El colapso de Lehman Brothers en 2008 es consecuencia de este movimiento.

Lo que vemos ahora reflejado en la región son síntomas del agotamiento de un ciclo que estaba basado en un horizonte de transformación social – cuando se agota ese ciclo, sumando las crisis (guerras, pandemias, inflación) – esto genera descontento generalizado que no encuentra en los mecanismos tradicionales de articulación política una forma de expresión, por eso los descontentos generalizados en todos los países, independientemente de cuan bien o mal estén las economías (Chile y Colombia no estaban mal en 2019 y tuvieron las crisis políticas más fuertes) por eso concluimos que hay una  formidable crisis de expectativas: crisis de horizonte.

En tercer lugar, aunque no en el sentido clásico de guerra entre estados, los conflictos y las guerras siguen estando en la agenda política internacional. Si observamos una tendencia general, los datos como las muertes en batalla disminuyeron, pero eso es porque los conflictos y las muertes en Europa a menudo están bien documentados y pueden sugerir que el mundo se está volviendo menos violento; sin embargo, los conflictos en otras regiones, especialmente en América Latina, África y Asia, no están bien documentados. Además, el 97 por ciento de los conflictos armados del mundo entre 1945 y 1995 tuvieron lugar en el Tercer Mundo tradicional o en el nuevo.(Holsti, 1996). Todo depende de lo que estemos mirando. Bajo el orden liberal internacional, por primera vez en la historia moderna, las personas desplazadas, incluidos los refugiados, constituían casi el 1% de la población mundial en 2017. Esta es una tasa 12 veces mayor que la tasa en 1951, cuando comenzó la recopilación de datos con el inicio de la convención de refugiados.

Cuarto, la democracia nunca fue el único juego en la ciudad. Una democracia liberal con elecciones justas y libres, pesos y contrapesos, separación de poderes, sistema de partidos que funcione es difícil de trabajar en países donde a veces ni siquiera el estado puede reclamar con éxito el monopolio de la violencia en su territorio y, por lo tanto, alternativas a las democracias liberales como el populismo y el autoritarismo han sido parte del sistema político. El autoritarismo en Rusia, la construcción de paz iliberal en órdenes políticos híbridos como Indonesia, el populismo en Ecuador, Venezuela, Bolivia ha estado en el corazón de la política. La noción normativa de democracia liberal está disociada en los países en desarrollo. Mirando el último, aunque el populismo suele definirse en términos negativos, también puede verse como un correctivo democrático que plantea cuestiones importantes sobre la igualdad, identidad entre gobernantes y gobernados y como dar voz a grupos que no se sienten representados. Esto es exactamente lo que hizo Trump en las elecciones de 2019. Como argumentan uno de los autores mas estudiosos del populismo: Mudde  “los actores y partidos populistas suelen dar voz a grupos que no se sienten representados por las élites y obligarlos a reaccionar y cambiar la agenda política para incluir estas voces marginadas”. La preferencia por la representación personal directa y las instituciones mediadoras demasiado elaboradas en sí mismas resaltan la tensión del populismo dentro de la democracia.

Un teórico constitucional alemán, Carl Schmitt decía que en la excepcionalidad encontramos cómo funciona la norma. Es decir, que, si uno quiere comprender la naturaleza del poder político, el Estado y la ley, no debe mirar el libro de reglas y los momentos en que todo funciona normal, sino a los momentos en que se deja de lado el libro de reglas. Comprometerse con la democracia a futuro en la región supone resolver los momentos de excepcionalidad como los estallidos, pero sobre todo sentar bases de acuerdos duren en las épocas de relativa estabilidad. La presencia de guerras, los autoritarismos, los populismos, la debilidad del Estado en su capacidad institucional, la configuración inequitativa de un sistema comercial mundial, la crisis de horizonte, la falta de ideas que motiven e ilusionen; todas estas características están en la normalidad de nuestros estados e influyen en la configuración inestable de las democracias, el desafío es ser capaces de mirarlos en perspectiva y resolverlos.

 

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