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Inmigración ilegal: el terrible drama humano de nuestros tiempos 

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La inmigración ilegal no es una enfermedad de la cual podríamos contagiarnos y hay que marcar distancia

T|CDMX|13032023. Es difícil asumir que sólo después de una tragedia social cobramos compresión sobre el problema que la origina. Un terrible incendio ocurrido el lunes 27 de marzo por la noche en una estancia del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez provocó la muerte de 38 inmigrantes fallecidos y 29 severamente lesionados. La tragedia se debió a que permanecieron encerrados mientras ocurría el incendio, como normalmente ocurre, son los más pobres y los más desprotegidos los que siempre cargan con el peso de los peores hechos. Los fallecidos eran inmigrantes ilegales de Venezuela, Guatemala, Ecuador, Honduras, Salvador y Colombia. La tragedia social es una enseñanza grave y difícil, pero en ocasiones es la única vía para tomar conciencia y sensibilidad de situaciones críticas que parecen lejanas o asumen una forma de rutina y por lo tanto se vuelven invisibles. Seguramente a nuestros lectores les ocurre lo que a los integrantes de esta revista: ¿Cómo abordarlo? ¿Cómo asumirlo? ¿Qué hacer para que no vuelva a ocurrir?  Lo peor es no abordarlo. 

Es difícil imaginar que algún funcionario público tomó una decisión tan irracional como para provocar la muerte de tantas personas, desde luego que se debe investigar y llegar al fondo para castigar a los responsables directos, más allá de los niveles de autoridad involucrados. Sin embargo, en el fondo de lo que se trata es de un sistema de relación con las personas que son diferentes, que tienen un origen distinto o se encuentra en desventaja legal, económica y personal. Se trata de un sistema económico y político que se extiende en todas las regiones del mundo y provoca políticas restrictivas y excluyentes de las personas y familias que no tienen ni pueden ejercer sus derechos como inmigrantes legales. ¿Qué derecho puede tener o ejercer un inmigrante ilegal?  La respuesta es que, a pesar de leyes internacionales, discursos de buenas intenciones y análisis profundos sobre las causas, en la práctica nada de ello impide que los inmigrantes ilegales vivan una historia llena de dificultades , peligros y dolor. Se ha dicho que los inmigrantes son las personas más valiosas por las dificultades que enfrentan para lograr su objetivo: dejan todo su mundo personal para tener una vida mejor. Nuestro país es una clara muestra de ese valor de millones de personas que ha hecho transformar una economía como la de EU y que además han generado cuantiosos recursos a través de las remesas para sus lugares de origen y familia, incluso estos recursos son de hecho un componente de la economía nacional.     

Aunque las cifras sobre la inmigración ilegal se publican y forman parte de las noticias de todos los días en la prensa, es necesario recordarlas con el fin de tomar en cuenta la dimensión del problema y vincularlo a los casos específicos en cada región, tomando como ejemplo nuestro caso como país, ya que es uno de los más importantes a nivel mundial, tanto por generar inmigración ilegal como  por recibirla como vía de paso para llegar a EU.  Como lo han señalado diversos organismos internacionales, las estadísticas sobre la inmigración ilegal son difíciles de determinar en parte debido a que su propia naturaleza es clandestina. Desde los años cuarenta, con los convenios para permitir trabajadores temporales mexicanos en EU, nuestra frontera es un punto crucial del proceso migratorio ilegal, y a decir del Centro de Investigación Pew  (organización sin fines de lucro con sede en Washington D.C., Estados Unidos, dedicada a realizar investigaciones sobre temas sociales, demográficos y de opinión pública, reconocida por su rigor metodológico)  en 2017, había alrededor de 10.5 millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos, la mayoría de ellos provenientes de México, El Salvador, Guatemala y Honduras.  En Europa, a partir del 2015, se produjo una crisis de refugiados ya que un gran número intentaron ingresar a países como Italia, Grecia y España, y según la Agencia de la Unión Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la UE (Frontex) en el año 2021 se registraron un total de 61.581 entradas ilegales. En Medio Oriente, debido a la guerra civil en Siria, se dio una inmigración ilegal  masiva a países como Turquía, Jordania y Líbano; en el año 2020, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), había alrededor de 6.6 millones de refugiados sirios registrados en la región. En África, debido a la pobreza y la falta de oportunidades económicas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el año 2021, hubo un total de 6373 muertes en el Mediterráneo de africanos que intentaban llegar a Europa. Como se puede ver la inmigración ilegal es un drama que ocurre de forma incesante y es cada vez más complejo en todo el mundo. En nuestro país es un drama que recorre toda nuestra inmensa geografía y ahora es posible ver cómo en la mayoría de las grandes ciudades deambulan distintas personas, incluso familias enteras, de países de Centro y Sudamérica, incluso de otros continentes, enfrentando dificultades para sobrevivir y lograr sus propósitos de mejorar su vida en un país distinto al suyo.   

El inmigrante es un nómada que sale de su lugar de origen por diversas razones, pueden ser económicas, políticas, sociales o personales. El inmigrante ilegal es un nómada pobre que sale para cambiar su situación económica. Sale sin tener certeza de absolutamente nada, ni de los trayectos que debe recorrer ni de los obstáculos que debe enfrentar. Persigue una quimera que generalmente es difusa y vaga. Su deseo es como el de cualquier otra persona: vivir mejor con su familia. Sale porque en su lugar de origen se le niega ese mínimo bienestar por razones de educación, situación económica, fracaso de políticas y decisiones de gobierno o porque simplemente la dinámica económica de su país se encuentra lejana de los grandes polos de desarrollo. La inmigración ilegal es el más profundo drama social del siglo XX y XXI porque no cesará y por el contrario tiende a ser más amplio en todo el mundo.  Lo importante es que frente al inmigrante, especialmente el ilegal, se borre esa idea de que se trata de una persona que acarrea problemas y viene a quitarnos lo que nos pertenece. La inmigración ilegal no es una enfermedad de la cual podríamos contagiarnos y que hay que marcar distancia, es un drama social y humano ante el cual se debe crear un marco legal, económico, social y político, nacional e internacional, que le permita ejercer derechos y tener seguridad, pero es también un tema de moral pública, social y personal, que no se debe evadir ni esconder debajo del miedo y las explicaciones sólo económicas.     

 

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