LogoTransformacion

Ecuador: la crisis actual del gobierno derechista de Guillermo Lasso  

lasso

El péndulo político parece funcionar más por problemas de corrupción que por la disputa en la orientación del Estado.

T|CDMX|31032023. A sólo dos años de su triunfo en las urnas el actual presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, se encuentra en una crisis política por un presunto caso de corrupción en el que se involucra a su cuñado y a un exfuncionario de una empresa pública.  El 11 de abril de 2021, en segunda vuelta, Lasso ganó la presidencia con el 52,36% de los votos, frente al 47,64% obtenido por Andrés Arauz (después de que en la primera vuelta Lasso obtuvo el segundo lugar con el 19,74% de los votos, detrás de Arauz, quien obtuvo el 32,72% de los votos). Si tomamos en cuenta el escaso margen de apoyo con el que ganó el presidente en el proceso electoral reciente, las consecuencias de una crisis pueden crear las condiciones para que pueda ser depuesto, proceso que históricamente ha formado parte de la historia política contemporánea de Ecuador. ¿El actual presidente conservador concluirá su mandato en el año 2025?

El vaivén de gobiernos en la región es en el fondo una lucha ideológica y de proyectos de nación que tiene como escenario de batalla a los procesos electorales como vía única de acceso al poder. Lejos ha quedado la dicotomía entre revolución o reforma para la izquierda política fijada por la revolución de Cuba de 1954 y hasta años 80 por los procesos de pacificación y la caída del muro y del socialismo realmente existente. Aunque para algunos analistas la alternancia es un componente fundamental de la democracia, lo que vemos realmente va más allá de un instrumento de elección, lo que se pone en juego es el choque entre dos visiones y objetivos completamente distintos en torno al Estado: uno que representa una nueva versión de nacionalismo no centrado en la defensa exclusiva de la soberanía sino en el impulso a la lucha contra las graves desigualdades económicas, políticas, sociales y culturales de la mayoría de nuestros países (Brasil, Argentina, Bolivia, México) ; y otro que asume como propia la lógica del mercado  neoliberal e internacionalista y habla de libertades individuales en el marco de un modelo ajeno a las realidad social de nuestra región (Ecuador, Perú -impuesto-, Colombia -hasta poco-, entre otros). Esta lucha ideológica ha forjado partidos, grupos de interés, clases políticas y medios de comunicación, entre otros, en ambos polos para enfrentarse y ganar la batalla, temporalmente, con el fin de tomar decisiones y ganar respaldo de la población, así como para demostrar que las decisiones de gobierno tienen efectos comprobables en su nivel de vida. En esta lucha incesante la derecha carga con el muerto de 30 años de neoliberalismo y sus resultados desastrosos en materia de económica, educativa, trabajo, salud, vivienda y un largo etcétera con su secuela de terror. En la izquierda ahora conformada en un polo que dejó atrás el sectarismo y faccionalismo, se encuentra ante el reto de responder al principio de oportunidad y demostrar que en los hechos pueden ser mejores gobiernos (o peores) y obtener el respaldo para cambiar de rumbo la función del Estado de forma definitiva. 

Sin embargo, el fracaso de uno y otro polo ideológico, en la mayoría de los casos, no ha sido no por decisiones políticas trascendentales como podría ser una reforma agraria o por la nacionalización o privatización de bienes de empresas privadas o por la intervención de potencias militares, por citar algunos, sino que la confrontación se ha reducido a escándalos y abusos de corrupción y en cuestionar la honestidad de los gobernantes.  El péndulo político parece funcionar más por problemas de corrupción y beneficios de familias, amigos y conocidos que por la disputa en la orientación del Estado. Los embates entre polos están dirigidos a convencer a los votantes en que los contrarios son corruptos. En el caso de la izquierda sorprende que algunos de los luchadores sociales que ganan el poder, una vez que llegan al gobierno cambian de parecer y de principios y se benefician de las bondades y frivolidades de los regímenes prevalecientes echando por la borda la ideología y las promesas de cambio. En el caso de la derecha, la corrupción y los beneficios personales, familiares y grupales, forman parte de su normal entendimiento sobre el servicio público y el poder, a pesar de que en algunos casos enarbole el combate a la corrupción la verdad es que normalmente están sujetos a los intereses que los respaldan y le exigen el pago de las deudas. 

En Ecuador dicho fenómeno no es diferente.  Resultó inconcebible que el gobierno de Lenin Moreno haya virado de manera radical a las políticas de la derecha y haya usado la represión para frenar las protestas de las clases populares, de alguna manera ese periodo no deja de concebirse como un fracaso de la izquierda, especialmente porque en un principio asumió en dar continuidad al proyecto del ex presidente Rafel Correa, por lo que resulta concebible que el péndulo se haya movido a la derecha con el triunfo de Guillermo Lasso por un escaso margen de triunfo.  La biografía de Guillermo Lasso no es diferente al de otros perfiles que han abanderado el proyecto de la derecha en nuestros países, baste decir que es más un empresario que un político y que no puede esconder que forma parte de las elites latinoamericanas forjadas en las escuelas de EU y en los circuitos financieros, como se pudo ver cuando fue ministro de Economía (1999) y llevó a cabo la sustitución del sucre por el dólar estadounidense como moneda oficial en Ecuador.  Lasso después de tantos intentos de llegar a la presidencia y de aglutinar a la coalición de partidos de centroderecha y derecha, se encuentra justamente en el inicio de una crisis que podrán en tela de juicio sus promesas de crecimiento y creación de empleo, acceso a servicios básicos de salud y educación para todos los ecuatorianos, porque uno de los más importantes para electorado ha empezado a crear un hoyo en su gobierno: la corrupción. La Corte Constitucional de Ecuador dio luz verde al juicio político contra el presidente Guillermo Lasso. La admisión de la Corte Constitucional a la solicitud de juicio político a través del voto de una amplia mayoría el pasado 29 de marzo, deberá pasar la prueba del Código Orgánico Integral Penal (COIP), en el Título VII, que trata sobre los delitos contra la administración pública y comprobarse que usó indebidamente bienes o recursos públicos de forma grave y por un monto cuantioso para que pueda ser destituido e inhabilitado para ejercer cargos públicos. De esta forma en Ecuador tendremos en vilo el movimiento del péndulo, sobre todo por el revés que recibió el gobierno de Lasso el pasado 5 de febrero, donde perdió el referéndum convocado para reformar la Constitución y, al mismo tiempo, el correísmo fue el gran ganador de las elecciones locales.

Suscríbete A nuestra revista

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *