La pérdida de su bastión histórico pone al PRI al borde del precipicio; sería su fin.
T|CDMX|12012023. Puede que estemos ante un acontecimiento histórico ciertamente, porque el triunfo de Morena en la elección de este año en el Estado de México, de mano de la maestra Delfina Gómez, pone al PRI en la circunstancia de estar a medio paso de la extinción como verdadera fuerza política.
En efecto, 2023 inicia con el correspondiente pistoletazo de salida de las campañas a las gobernaturas en Coahuila y Edomex, representando este último un desafío mayúsculo para el Revolucionario Institucional, que la tiene muy difícil ciertamente para remontar la ventaja al parecer ya invencible de la exsenadora de la república Gómez.
Es la Batalla Maestra, pues según la mayoría de los sondeos es generalizada la opinión de los mexiquenses sobre la necesidad de un cambio de partido en el gobierno, además de que la mayoría se decanta porque sea una mujer la que lo encabece.
Con un 73% de desaprobación a su gestión, el gobernador del Mazo está en una situación muy cuesta arriba para levantar la candidatura de la elegida como abanderada del PRI, Alejandra del Moral, que en un careo vis a vis contra Delfina Gómez se sitúa en un 23% de votación frente al 43% de la maestra, en caso de ser postuladas en solitario por sus respectivos partidos, y en un 37% si la postulara la coalición PRI-PAN-PRD frente a un 45% de la exsenadora Gómez si correspondientemente fuera postulada por la coalición MORENA-PT-PVEM, que es el escenario ya planteado en realidad.
Fundado por Isidro Fabela, ese gran patriota contemporáneo de Vasconcelos, miembro del Ateneo de la Juventud y gran diplomático, el Grupo Atlacomulco fue durante décadas el epicentro de poder del PRI y variable independiente en la ecuación de las decisiones de Estado en México, habiendo sido no obstante durante la década de los 70 y 80 del siglo pasado cuando Carlos Hank González –a mil leguas de la grandeza de Fabela y representante más bien de los vicios más afianzados de poder, dinero y corrupción a altos niveles–, hizo de ese grupo mexiquense el principal factor de poder de la política mexicana durante el último tramo del siglo XX, al grado incluso de haber estado, según ciertas investigaciones, en el corazón de la transformación del mexicano en un narco-sistema político (cartel de Guadalajara, cartel de Sinaloa, cartel del Golfo, cartel de Tijuana).
Ese peso tan aplastante, esa estirpe de poder y dinero tan longeva y afianzada en el sentido común del priísmo y, en general, de la clase política mexicana, es lo que está a nada de caer en la desgracia más rotunda, siempre que movimiento y partido logren mantener la unidad alrededor de la candidatura de Delfina Gómez para acabar con el que sigue siendo el bastión, el último, de un PRI que por tantas razones resume lo más repugnante de la política y de los políticos de México, y que poco a poco está yéndose al basurero de la historia.
En Coahuila, por otro lado, el panorama es por completo diferente, empezando por la disputa interna de Morena por alcanzar la candidatura, toda vez que la postulación del senador Guadiana, que resultó favorecido al final por las encuestas, no ha sido aceptada por su contrincante, Mejía Berdeja, que acaba de anunciar que sí participará en la elección pero no con Morena.
Los sondeos de opinión, en todo caso, arrojan una ventaja más o menos cómoda para el priísta Manolo Jiménez, que iría con la coalición PAN-PRI-PRD, frente a un Guadiana que iría arropado por Morena, el PT y el PVEM.
Ambos estados serán el laboratorio inmediato previo a la elección principal de 2024, así que este es el momento en el que todo el arsenal político y de movilización será puesto a prueba como antesala para la batalla fundamental del próximo año en donde Morena sigue encabezando las preferencias.