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Los proyectos de desarrollo del sureste mexicano

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Victoria Chávez Cacep

Es un hecho que el sureste mexicano ha sido la región del país con los niveles de desarrollo más bajos, si revisamos el ingreso corriente per cápita, el acceso a los servicios de salud, los índices de escolaridad y educación y el acceso a los espacios y servicios de la vivienda de los habitantes del sur y sureste mexicano con el resto de los habitantes del país, encontramos un clara y notoria diferencia con los estados del centro y del norte, en la que hay de distancia varios puntos porcentuales entre regiones. 

Por poner un ejemplo, el porcentaje promedio de pobreza medido por Coneval en el año 2020 da para los estados del sureste mexicano 57% de población en esta situación, el promedio nacional da un resultado del 43%, sin embargo, si analizamos el promedio de los estados del norte es de 25%.  Esto quiere decir que hay mas de 30 puntos porcentuales de diferencia entre las zonas geográficas.

Las causas son diversas y provienen de distintos orígenes, sin embargo, una causa de gran peso es la insuficiente inversión en infraestructura que ha tenido la región a lo largo del tiempo. Ya de por sí, México es uno de los países que menos invierte en este sector, únicamente un 2% del PIB nacional cuando las recomendaciones de distintas cámaras empresariales y centros académicos recomiendan una inversión del 5%. 

La falta de infraestructura en la zona sureste se hace evidente y se ha visto reflejada en un menor desarrollo económico de la zona, impidiéndoles a millones de mexicanos la oportunidad de progreso y bienestar que tanto anhelan. Con la llegada del gobierno de la 4ta Transformación se da un cambio en el modelo de desarrollo y se ha optado por la promoción y ejecución de tres grandes proyectos para revitalizar la vida económica de la región.  El compromiso según se explica en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, es que la inversión en infraestructura detone el desarrollo en zonas con mayor rezago social y propicie la equidad entre las diversas regiones del país.

Las tres obras insignia del Gobierno Federal para el sureste mexicano son: El Tren Maya, El corredor Interoceánico y la Refinería de Dos Bocas. La apuesta es convertir a la región en un centro logístico con todas las ventajas para comercializar con la costa este de Estados Unidos, América Latina y Asia. 

En una economía global con grandes cambios y en un mundo con reorganizaciones comerciales importantes, asegurar nuestra soberanía de recursos, las cadenas de suministro y los costos sobre los fletes marítimos y terrestres es un imperativo de seguridad nacional y de gobernabilidad. 

El Tren Maya contempla la construcción de 1,475 kilómetros de vía férrea y al menos 16 estaciones a lo largo de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán.  El principal objetivo de esta obra es reducir los costos de trasporte de pasajeros y de carga en la región, la creación nuevos polos de desarrollo y propiciar el establecimiento de industrias que aprovechen las nuevas ventajas de conectividad de la zona.

El proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec tiene contempladas la modernización del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, el mantenimiento de las vías del Chiapas-Mayab, la corrección de la Línea de Salina Cruz- Medias Aguas y la importante modernización de los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz.

Finalmente, con el objetivo de incrementar la elaboración de productos de mayor valor agregado en el país e impulsar el desarrollo económico y social del sureste mexicano, se impulsa la construcción de la Refinería Olmeca situada en Dos Bocas, Tabasco. 

En los regímenes federales una de las consignas más complejas es el de conciliar la unidad con la diversidad, cómo sabemos, los estados que eligen establecerse en un sistema federal ceden al poder central una serie de funciones y recursos, no obstante, preservan algunas de ellas para implementarlas de manera soberana en su territorio según les convenga. 

Para lograr armonizar esta unidad nacional con las diferencias, el equilibrio del papel de los gobiernos centrales, estatales y locales debe repensarse, esto con la necesaria finalidad de resolver en medida de lo posible, la gran paradoja del desarrollo económico de nuestros tiempos ¿Cómo crecer económicamente y a su vez reducir la desigualdad y garantizar la sostenibilidad?

Es una pregunta pertinente debido a que el crecimiento económico per se, no asegura el bienestar y el desarrollo social, ni la equidad en el acceso de oportunidades.  Las recomendaciones generales para detonar el crecimiento del sureste mexicano se podrían resumir en el mejoramiento de los servicios educativos y de infraestructura, la modernización de la industria y sus servicios, la creación de empleos bien remunerados y el fomento y apoyo a micro, pequeñas y medianas empresas. Con más especificidad, también se recomienda atender los temas de vivienda y de transporte de la fuerza trabajadora. Sería bueno comenzar a preguntarnos, ¿qué tramo de responsabilidad se atribuye a los órdenes de gobierno en cada uno de estos temas?, ¿Cómo colaboran centros de estudio y organizaciones de la Sociedad Civil?, ¿Cuáles son las oportunidades del sector privado para coadyuvar en un desarrollo más inclusivo?

Esta inversión en el sureste mexicano revitaliza el pacto federal, tan polemizado por diversos actores políticos, dotándolo de sentido al traducir esta forma de organización político-económica en un crecimiento económico basado en la cooperación para el crecimiento del país como una totalidad, fortaleciendo así también nuestra soberanía ante el mundo.

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