Óscar Rafael Novella Macías
Donde existe unidad,
siempre existe victoria
Publilius Syrus
Lo que para el movimiento de la Transformación está en juego es la continuación de un proyecto que ha tenido como ejes principales: la recuperación de las riquezas nacionales, la pacificación del país, la abolición de la corrupción, la politización y democratización de la vida pública, la creación de derechos sociales y la reivindicación de los derechos civiles plenos, en suma la reconstrucción política del país y el bienestar de su gente.
Como es obvio el proceso de sucesión se definirá, sólo entre los cuadros más importantes de la 4T (máximo 4 o 5 de ellos), porque la oposición perdió esa oportunidad desde el momento en que la mayoría de la sociedad mexicana decidió quitarlos del poder ya que se opusieron a los intereses del amplio del Pueblo Mexicano.
A propósito del aún reciente proceso interno de MORENA y de los anecdóticos episodios de calentura por algunos equipos de apoyo de los aspirantes, es pertinente traer a colación las siguientes reflexiones.
Aunque todos los pronósticos, aún los más conservadores apuntan a que el próximo Presidente, provendrá del movimiento de la 4T, lo cierto es que antes de ello dicho movimiento tendrá que resolver una serie de procesos internos. La definición comenzó a tomar rumbo la noche del lunes 5 de junio cuando se celebró una cena en una de las calles del primer cuadro de la Ciudad de México, entre el Presidente López Obrador, los gobernadores del movimiento de la 4T, la Gobernadora electa del Edo. Mex. la maestra Delfina Gómez y las llamadas Corcholatas. En el encuentro se delinearon las reglas para el proceso interno para la definición del Coordinador Nacional de defensa de la 4T, que a la postre será el candidato a Presidente.
Uno de los retos importantes que ha tenido que sortear el movimiento y en particular el partido MORENA, ha sido el intento de la oposición de dividir a los aspirantes y a sus simpatizantes. Han hecho de todo, desde tratar de confrontarlos en entrevistas mañosas, provocaciones, injurias, engaños y un largo etc. Por su puesto es válido y hasta necesario que cada equipo promueva a su gallo, porque se trata de un proceso de elección democrático, tan democrático que el amplio de la sociedad mexicana, por medio de la muestra de la encuesta, participará del proceso; sin embargo lo que verdaderamente representa un riesgo es que los respectivos simpatizantes, lejos de entablar un debate intenso pero sensato y respetuoso de ideas, opten por entrar en una dinámica de descalificaciones, insultos, señalamientos puritanos, lo cual en alguna medida también es responsabilidad de las “corcholatas”; hora es cuando la prudencia aristotélica debe ser el signo distintivo.
Para asegurar que después del proceso interno haya garantía de la unidad al interior del movimiento, debe haber absoluta claridad de que con cualquiera de los aspirantes está totalmente salvaguardada la continuidad, claro cada uno con un estilo particular. Cada aspirante es un digno representante de un matiz del amplio abanico del espectro de las izquierdas en México: nacionalismo, social democracia, etc. Por lo tanto es una disputa estéril sostener por decreto de palabra quien es más obradorista, o quien llevó a cabo primero o en mayor cantidad la colocación de anuncios espectaculares o lonas, pinta de bardas, asambleas multitudinarias, etc. Porque como ya lo ha reiterado el Presidente López Obrador: “el pueblo está más avispado”, y observará quién es el aspirante que con experiencia, eficacia, lealtad a los principios y al proyecto es el mayormente capacitado para instrumentar la continuidad por el próximo y quizá más sexenios.
Justo por esto se vuelve necesario evitar incurrir en el error histórico de la izquierda: romper por las pequeñas diferencias y arriesgar el interés superior. Por ningún motivo podrán estar por encima de la continuidad del proyecto, los intereses individuales: lo más importante es el Pueblo Mexicano.
La transformación aún tiene pendientes, por lo que el pueblo tendrá la tremenda responsabilidad de elegir a quién, desde su visión, sea el más capacitado para concretar esos pendientes. Lo cual no es un asunto menor ya que quienes participan aspiran a suceder a un personaje de los que nacen cada 100 años, capaz de empeñar su vida para hacer posible una revolución pacífica y democrática.