Emilio Hernández
La teoría de la comunicación de Jürgen Habermas ofrece una perspectiva única para comprender cómo funciona la comunicación en nuestra sociedad y cómo afecta a la política y la democracia.
Según Habermas, la comunicación se basa en lo que él llama “acción comunicativa”, donde las personas buscan entenderse mutuamente y llegar a acuerdos racionales. Esto se divide en tres tipos: comunicación para lograr objetivos prácticos, establecer normas sociales y expresar emociones y sentimientos.
La “esfera pública”, según Habermas, es un espacio vital en una sociedad democrática donde los ciudadanos se reúnen para discutir asuntos públicos de interés común. Es un foro donde las opiniones individuales se convierten en debates públicos racionales, lo que permite a la sociedad formar una opinión pública informada y participar en la toma de decisiones políticas.
Sin embargo, en la era digital, este espacio se enfrenta a desafíos debido a la influencia de los medios de comunicación masiva y la polarización de las opiniones. La manipulación mediática y la proliferación de información falsa pueden socavar la calidad del debate público.
Mantener una esfera pública robusta y saludable es esencial para la democracia, lo que requiere esfuerzos continuos para garantizar un intercambio de ideas libre, abierto y basado en la razón. A pesar de estos desafíos, la teoría de Habermas nos recuerda la importancia de mantener un espacio donde las personas puedan hablar, debatir y vigilar el poder político. Aunque se originó en contextos occidentales, su relevancia perdura en el mundo actual, y nos insta a reflexionar sobre cómo preservar una esfera pública sólida en la era digital.