Emilio Hernández
La comunicación, es una de las herramientas claves del poder y es tan antigua, como la historia misma.
Una buena comunicación es aquella que es efectiva; y es efectiva cuando el mensaje logra persuadir a su receptor con el fin de convencerlo a tomar alguna decisión específica. Es por esto que la comunicación ha sido a lo largo de la historia la herramienta más poderosa en el arsenal de los gobernantes y funcionarios públicos. Como bien indica Platón en su diálogo Fedro: “La retórica es el arte de gobernar las mentes de los hombres”, refiriéndose aquí a la retórica como al arte de persuadir con el lenguaje, que a su vez es lo mismo que la comunicación efectiva.
De esta manera fue entonces como Platón pudo ver más allá de su ciudad-estado, más allá de Grecia y más allá de su tiempo; fue capaz de predecir un importante punto que todos los líderes que han sido capaces de un verdadero cambio han tenido en común. Porque todo, absolutamente todos han sido excelentes comunicólogos: desde Alejandro Magno hasta Marco Antonio, desde Winston Churchill hasta John Kennedy, desde Miguel Hidalgo hasta Andrés López Obrador.
Aunque parezca redundante, para lograr un verdadero cambio es necesario impactar a todos los niveles de una sociedad y es un proceso de transformación que no es posible a corto plazo en las civilizaciones actuales, en las cuales la población se encuentra tan polarizada. Y es ahí mismo donde se encuentra el reto más grande de cualquier político o comunicador: ¿cómo puedes persuadir a tantas personas tan diferentes? La clave radica en que, mientras que el objetivo del mensaje es el mismo, las personas que son el objetivo no lo son. Así, es necesario hacer y disfrazar el mismo mensaje de maneras diferentes, para que de esta manera sea recibido de la manera más efectiva y las probabilidades de persuasión se maximicen.
El primer paso es identificar al público al que quieres convencer, sus intereses y sentimientos. De cierta manera el primer objetivo es captar el Zeitgeist (espíritu de los tiempos) de cada grupo social. Las personas de la tercera edad no van a ver al mundo de la misma manera que los adolescentes, ya que son grupos diferentes con intereses diferentes y sentimientos únicos que son derivadas de sus entornos, responsabilidades y dificultades del día a día.
El segundo paso es definir la decisión que quieres que tomen tus receptores. En el caso de la 4T el objetivo final es verdaderamente transformar al país en todos los niveles de la sociedad. Esto con el fin de regenerar al país y acabar con los problemas que han plagado viciosamente a la nación mexicana por generaciones como la corrupción, la inseguridad, la falta de proyectos sociales y el descuido del pueblo y los recursos naturales del país.
Es por esto que López Obrador es un comunicador tan exitoso: logró persuadir a la gran mayoría de los mexicanos hartos de los vicios del ayer, para dar los primeros grandes pasos de regeneración nacional y así comenzar este proceso generacional de cambio.
Progresivamente, por el medio de resultados y de “dejar que el trabajo hable por ti” ha sido capaz de incluir a cada vez más sectores sociales que son necesarios para el cambio; porque para un verdadero cambio es necesario que todos los mexicanos pongamos nuestro granito de arena.
De esta manera es fácil de comprender cómo es que el uso de una buena comunicación efectiva o, como diría Platón, de una buena retórica, es esencial para generar resultados, de la misma forma en que es sólo y a través de la persuasión como es posible lograr fines que, sin la comunicación, serían inalcanzables.