LogoTransformacion

La Ciudad de México y La Alegoría del Buen y del Mal Gobierno

_Effects_of_Good_Government

Félix Martínez 

Introducción

Los procesos electorales del próximo año comienzan a manifestarse a través de las campañas publicitarias y la guerra en los medios digitales. En los próximos meses, esta situación se agudizará. Sin embargo, para los ciudadanos comunes, es importante tomar decisiones basadas en hechos al elegir a nuestros futuros gobernantes. Deben ser los hechos visibles los que guíen nuestras preferencias políticas. Históricamente, nos encontramos en un momento propicio para exigir que siempre tengamos buenos gobiernos y que sus acciones nos permitan construir el bien común, así como el bienestar de todas y todos los habitantes de nuestra ciudad. No podemos volver a caer en la práctica de considerar que todo lo hecho está mal y dejarnos impresionar por nuevas “fórmulas” con “nuevos” discursos de supuestos cambios innovadores. Estamos ante la posibilidad de exigir, de manera individual y colectiva, que los mejores gobiernos gradualmente nos proporcionen mejores condiciones de vida urbana y un mayor disfrute de nuestros entornos comunitarios. Con ello, de alguna forma, seremos más seguros y felices en la Ciudad de México. Tenemos ante nosotros dos opciones políticas: votar por el proyecto de continuidad con cambios de Morena o elegir la opción corrupta representada por el Frente conformado por el PAN, el PRI y el PRD. Son proyectos diametralmente opuestos. A Morena le podemos exigir que continúe con políticas exitosas y que genere nuevas para vivir mejor en la ciudad. A la oposición solo podemos pedirle que no roben y que no destruyan la ciudad.

El buen y el mal gobierno se nos presentan de manera tangible, es decir, físicamente; están a nuestro alcance, más allá de los medios de comunicación. Podemos observar ahora de manera más transparente avances y resultados positivos del buen gobierno en los entornos urbanos, sociales y económicos. Los comprobamos al utilizar, por ejemplo, un sistema de movilidad nuevo e inexistente, al ver nuevas universidades públicas y a través de programas de fomento cultural y educativo, así como con medidas que mejoran el medio ambiente. Los habitantes de la Ciudad de México, más allá de las campañas políticas y publicitarias, tenemos la capacidad de ver de manera realista y basada en hechos si estamos mejor o peor que antes, si nos sentimos más felices o infelices al habitar nuestra ciudad. También podemos identificar y conocer las malas obras públicas, enterarnos de prácticas de corrupción sistemáticas, observar riquezas inexplicables en integrantes de los sectores privados y públicos, padecer sobornos en nuestra vida diaria y depender de programas sin objetivos claros con enormes gastos. Normalmente, nos enteramos de una vida basada en la vanidad y el dispendio de gobernantes y servidores públicos.  

Hace muchos años, un pintor italiano realizó un mural llamado “La Alegoría del Mal Gobierno y del Buen Gobierno”, a través del cual invitaba a gobernantes y habitantes a reflexionar, por medio de una bella obra artística, sobre las consecuencias que provoca en la vida de la ciudad y sus habitantes el ejercicio del gobierno y la práctica de la justicia. A pesar de los siglos, la obra mantiene vigencia y un mensaje sencillo que no es posible obviar. Por el contrario, nos invita a pensar que es sencillo distinguir entre el buen gobierno y el mal gobierno.

El mural “La Alegoría del Buen y del Mal Gobierno” 

Es una obra de Ambrogio Lorenzetti (1290-1348) que fue pintada entre los años 1337 y 1340. Se encuentra ubicado en la Sala de la Paz del Palacio Comunal de Siena, en Italia. Esta obra es excepcional por varias razones, entre las cuales destacamos las siguientes: A pesar de ser una creación realizada durante el período gótico (siglos XII al XV), no aborda temas religiosos, como ángeles, santos, vírgenes o Dios, sino que se centra en un tema civil con una intención moral de carácter pedagógico y político. Incluye escenarios y protagonistas inspirados en la incipiente tendencia de hacer que la pintura sea más “natural” o “realista”, cuya cúspide se alcanzaría en el Renacimiento. Además, la obra contiene una carga emocional profundamente expresiva, que abarca emociones como la paz, la alegría, el enojo, el terror y la tristeza, aspecto poco común en la pintura hasta ese momento. También utiliza una perspectiva tridimensional incipiente en conjunto, que se aleja de la tradición plana y simplificada del período románico anterior.

La obra destaca la vida en la ciudad y, en menor medida, en el campo, lo que refleja la transición del feudalismo al capitalismo. Por último, utiliza el color para resaltar la expresión general de las imágenes y de los personajes. Además de su enorme belleza artística, la obra tiene la clara finalidad de transmitir un mensaje moral al confrontar dos formas de ejercicio del gobierno y sus consecuencias. Por un lado, presenta un gobierno basado en la justicia, la soberanía, la seguridad y virtudes como la templanza, la serenidad y la justicia. Por otro lado, muestra un gobierno dominado por la tiranía, la muerte y vicios como la avaricia, la soberbia y la vanidad.

La obra fue organizada de manera perfecta para que el espectador, incluyendo a las autoridades de la época, primero observe el mal gobierno a la izquierda y luego el buen gobierno a la derecha. De esta manera, se hacen evidentes las consecuencias de una u otra forma de gobernar, tanto para los gobernantes como para la comunidad en general. Se podría decir, sin exagerar, que el artista expuso de una manera nunca antes vista que los intereses privados nunca deben estar por encima del bien común y que como soberanos se debe buscar la armonía y la seguridad en lugar del terror y los vicios.

El Buen Gobierno y sus consecuencias

En la sección dedicada al buen gobierno, la composición se enfoca en dos figuras principales: la justicia y el soberano. La justicia, ubicada en la parte superior izquierda, se representa como una mujer fuerte, bella y majestuosa que sostiene en equilibrio una balanza rígida. En el lado izquierdo de la balanza, se representa el castigo para aquellos que lo merecen, mientras que en el lado derecho se muestran las normas para el buen comercio. El soberano, por otro lado, se representa como una figura grande, poderosa y brillante, rodeado por un grupo de mujeres que personifican la templanza, la paciencia, la justicia, la magnanimidad y la seguridad. En la parte inferior del cuadro, a la izquierda, se representa a la concordia, que guía a los habitantes de la ciudad hacia la igualdad, mientras que a la derecha se muestra a un grupo de hombres maniatados que serán juzgados por el gobernante y la justicia.

El mural se compone de una sección titulada “Consecuencias del Buen Gobierno”. De manera similar al mural que representa el Mal Gobierno, este apartado enfatiza que cuando existe justicia y soberanía, y se rige por los valores más elevados, se logra una comunidad en armonía. Las personas pasean tranquilamente, la abundancia se manifiesta a través de los intercambios económicos y el trabajo en el campo, y el orden se refleja en la belleza de la ciudad. Estas condiciones conducen a la paz, la prosperidad y la alegría para todos los habitantes. Esta sección del mural está dominada principalmente por los colores amarillos y azules, que expresan luz y armonía, evitando los colores oscuros o sombríos.

El Mal Gobierno y sus consecuencias

En esta sección del fresco se representa la tiranía, con el soberano que tiene una apariencia diabólica y está rodeado de personajes oscuros. La justicia está postrada a sus pies, maniatada y sin capacidad para actuar. Los atributos que rodean al soberano en este caso son la avaricia, la soberbia y la vanidad. A la izquierda aparecen tres personajes siniestros que simbolizan lo grotesco, la fealdad y la herejía en forma de híbridos entre carneros y reptiles, representando a un brujo.

En la parte izquierda del fresco, la ciudad se encuentra invadida por la enfermedad y la muerte, representada por una persona postrada en el suelo. También se observa una disputa entre ciudadanos con el fondo de la ciudad destruida y un campo sombrío. En la esquina superior izquierda se representa el terror, que domina esta parte de la obra, a diferencia de la sección anterior donde prevalecía la seguridad. Otros ejemplos de la terrible desolación incluyen a un soldado en forma de esqueleto y otros que provienen de la guerra.

Entre las consecuencias del Mal Gobierno, se observa un campo completamente destruido, casas en llamas y escenas de dolor causadas por el desorden y la guerra. El tema central de esta sección es el terror, que es el origen de todas las desgracias. El soberano, en este caso, tiene colmillos y cuernos, símbolos de la maldad y la codicia en una comunidad decadente y violenta. A pesar de la inclusión de algunos colores claros como contraste, predominan los colores oscuros, especialmente el negro en el centro, el rojo asociado a la sangre y un azul distorsionado como fondo.

El mural, a pesar de haber sido pintado hace casi 800 años, sigue siendo relevante en su mensaje moral y político. De manera clara, ilustra las diferencias entre un buen y un mal gobierno y las consecuencias, tanto positivas como negativas, de la actuación del soberano y la justicia en la comunidad. En un gobierno donde prevalecen el interés privado, la avaricia, la soberbia y la vanidad, es decir, la corrupción, con una justicia maniatada por la impunidad, se producirá la destrucción de la seguridad, la convivencia social y el orden urbano, es decir, de la sociedad en su conjunto. Por el contrario, cuando el soberano está sujeto a la justicia y los atributos que lo rodean son la prioridad de la justicia, la templanza, la paciencia y la magnanimidad, es decir, la cercanía y la responsabilidad por el interés común y el bienestar de los ciudadanos y la ciudad, se obtiene como consecuencia la paz social, el aprecio por la identidad y la pertenencia, la conciencia del bien común y, por ende, la satisfacción y la alegría de habitar en esa sociedad.

El buen gobierno y Morena

El buen gobierno es visible y palpable en la realidad de la ciudad. Después de años de escuchar informes de gobierno que prometían mejoras y grandes inversiones, pero sin cambios reales en las condiciones de la ciudad, finalmente se pueden ver acciones concretas. El sistema de transporte público ha mejorado con la creación del sistema de Cablebus, la ampliación del sistema del Metrobús y Trolebús, y la modernización de la línea 1 del metro. Se ha invertido en infraestructura educativa y de salud con la creación de nuevas escuelas, universidades y hospitales. Se promueven programas culturales y artísticos para todas las edades, y se han restaurado parques, jardines públicos, corredores peatonales y comerciales. También se han implementado programas de mejora para barrios, colonias y mercados.

Además, se ha limitado la construcción de complejos inmobiliarios, lo que contribuye a un desarrollo urbano más planificado y sostenible. Todas estas acciones son visibles y tangibles en la vida cotidiana de los ciudadanos. Aunque queda mucho por hacer, existe la oportunidad de lograr un cambio real y una transformación significativa en la ciudad.

Antes de 2018, las acciones del gobierno eran difíciles de evaluar, ya que las promesas y los informes de gobierno no se traducían en mejoras significativas en la calidad de vida de los habitantes. La corrupción y la impunidad prevalecían, y la ciudad se veía afectada por un desarrollo caótico y desordenado. Sin embargo, desde entonces, se pueden observar cambios palpables que mejoran la vida de los ciudadanos.

Es importante que la ciudadanía valore y reconozca estas acciones del buen gobierno y exija transparencia y rendición de cuentas para mantener este camino de mejora. No es difícil identificar cuando un gobierno es bueno o malo, y la participación activa de la ciudadanía es fundamental para garantizar un gobierno en beneficio de todos. El cambio es posible, y la ciudad merece un gobierno que trabaje en pro del bien común y el bienestar integral de sus habitantes.

El mal gobierno y el Frente Opositor

El mal gobierno no puede ocultarse, sus decisiones y acciones están a la vista de todos los habitantes de la ciudad, tal como lo muestra el mural. El enriquecimiento ilícito es evidente, y la afectación del bien común se manifiesta físicamente una y otra vez. La formación de grupos corruptos con el objetivo de obtener riqueza ilegal es tan clara como la luz del día. A pesar de esto, se esfuerzan por negar que son una mafia arraigada en el gobierno, impulsada por la avaricia, la vanidad y los privilegios personales y de grupo, donde el bien común solo es un instrumento de propaganda.

Tomemos, por ejemplo, los casos de corrupción y escándalos del ahora llamado Frente Opositor PRIPANPRD en la Ciudad de México. El caso de corrupción del cártel inmobiliario es verdaderamente aterrador. Entre 2008 y 2022, se llevaron a cabo fraudes por un total de 7,142 millones de pesos mediante la construcción de 800 departamentos ilegales (264 pisos excedentes en 130 edificios). El grupo denominado Benito Juárez del PAN estableció un sistema de corrupción en el que todos los alcaldes se beneficiaron: Mario Alberto Palacios Acosta, 2008-2011, inició con 5 inmuebles y 12 pisos excedentes; Jorge Romero Herrera, líder del cártel, 2012-2015, permitió la construcción de 27 edificios con 68 niveles adicionales; Christian Damián Von Roehrich (en la cárcel), 2016-2018, autorizó 58 edificios y 188 niveles extras; y Santiago Taboada, 2019-2023, actualmente considerado como candidato del mencionado Frente para el próximo proceso electoral, se apoderó de 66 pisos extras en 40 inmuebles. Además, según sus declaraciones patrimoniales de 2019 y 2021, sus ingresos personales aumentaron de 40 mil pesos a 14.4 millones de pesos por concepto de otros ingresos.

La corrupción impuesta por el Cártel Inmobiliario tiene graves consecuencias para la ciudad en términos económicos, sociales y ambientales. Afecta el patrimonio de los compradores, genera un desarrollo urbano desordenado y no planificado, otorga autorizaciones sin tener en cuenta la infraestructura necesaria o las necesidades de la comunidad, lo que resulta en un crecimiento caótico de la ciudad. Además, deteriora la calidad de vida de las comunidades al provocar la escasez de servicios públicos como agua potable y saneamiento, y limita la capacidad del gobierno para invertir en infraestructura y servicios públicos esenciales. Todo esto afecta la calidad de vida de los habitantes urbanos y permite el desvío de recursos públicos en beneficio de privados y funcionarios corruptos.

A pesar de que existen nombres de personas afectadas y las construcciones pueden ser observadas físicamente en la alcaldía Benito Juárez, los miembros del Cártel Inmobiliario se presentan como “perseguidos políticos” debido a su supuesto buen desempeño como gobernantes. Buscan impunidad mediante el control de los espacios de poder como representantes populares. Es evidente, es decir, es visible, que para la mayoría de los que participan en el Frente PANPRIPRD, es vital y urgente ganar elecciones como la única forma de mantenerse en el poder para beneficiarse y evitar la cárcel. Son conscientes del oscuro historial que los persigue y de las consecuencias legales de sus acciones. Por ello, es crucial que la ciudadanía evalúe con su propio criterio y experiencia lo que significa tener en la ciudad la representación de un mal gobierno y las consecuencias que esto conlleva.

A manera de epilogo:  Cada quien para su santo 

La frase es popular y, como tal, forma parte de nuestro lenguaje cotidiano. En esencia, sugiere que cada individuo debe priorizar su propio bienestar por encima de todo lo demás. Cuando somos niños, utilizamos esta frase para justificar que las ganancias en un juego no se compartirán con nadie, sin importar las razones o motivaciones. Durante la juventud, la empleamos para afirmar que cada uno debe buscar su propio éxito y beneficio. En la adultez, la usamos para expresar que debemos trabajar para obtener nuestras propias ganancias, ya sean legales o ilegales. Finalmente, en la vejez, tendemos a evitar usar la frase con frecuencia, ya que no es posible pensar en compartir lo que poco o mucho tenemos.

Todo parece indicar que esta frase es una parte arraigada de nuestra cultura, una forma de interactuar y priorizar nuestro beneficio individual por encima de cualquier otra consideración. Hasta aquí, podríamos concluir que esta actitud es un rasgo común en la sociedad mexicana, donde a menudo prevalece el interés individual, a veces a expensas del bien común. Esto se traduce en una reticencia a compartir y colaborar en la construcción de beneficios compartidos, como la preservación de espacios públicos como parques, sistemas de transporte y calles, que forman parte del patrimonio colectivo y deben ser proporcionados por el gobierno.

Esto nos lleva a un debate necesario sobre hasta qué punto nuestra sociedad necesita construir o fortalecer una noción del bien común que se sobreponga a lo privado. Es en este momento histórico de nuestra ciudad donde debemos todos y todas comprometernos a cambiar la idea de “cada quien para su santo” y reemplazarla por una visión que reconozca que somos una comunidad que merece vivir mejor, con un enfoque en priorizar a aquellos que han sido históricamente excluidos y estigmatizados.

La idea de “cada quien para su santo” refleja un enfoque egoísta donde el interés propio se coloca por encima de cualquier consideración colectiva. En resumen, debemos reflexionar sobre la importancia de cambiar la mentalidad individualista en favor de una perspectiva que promueva el bien común y la solidaridad social, reconociendo que todos somos parte de una comunidad que merece vivir mejor en la Ciudad de México.

Suscríbete A nuestra revista