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Algunas consideraciones en torno a la relación de la 4T con las Fuerzas Armadas

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Eder Guevara

A cuatro años de iniciada la Cuarta Transformación Nacional ya tenemos elementos comparativos y datos comprobables que nos permiten comprender y dimensionar las medidas concretas que impulsaron los promotores del neoliberalismo pero también podemos valorar las resistencias a estas medidas que se dieron desde la sociedad, la oposición política e incluso las instituciones. La política educativa, por ejemplo, estuvo dirigida a desmantelar el sistema de educación público y fomentar la proliferación de universidades privadas, para lograrlo se rechazaba a cientos de miles de aspirantes a ocupar un espacio en las universidades públicas de todo el país. Tan solo en 2017 se rechazó a más de 420,000 jóvenes.

Con el pretexto de la “excelencia en la educación”, impusieron un examen que no tenía como objetivo la evaluación del estudiantado que egresaba del bachillerato sino abrir una encarnizada competencia por uno de los pocos espacios que el sistema educativo ofrecía, así la UNAM, por ejemplo, sin considerar que la mayoría de las y los jóvenes aprobaban el examen, rechazaba a 9 de cada 10 aspirantes.

Esta política de segregación dio como resultado que México sea hasta la fecha uno de los países peor evaluados de la OCDE en cuanto a inclusión educativa y por supuesto uno de los últimos lugares en cantidad de personas adultas con carrera, de posgrados ni hablar. Revertir esos resultados implica modificar el sistema educativo en su conjunto, combatir las prácticas de una burocracia dorada que amparada en la autonomía universitaria y en las legítimas victorias sindicales, han construido dinámicas nocivas para la educación y el bienestar. Por ejemplo, nuestro país es el segundo que más recursos invierte en educación pero es el que menos recursos destina al desempeño de cada estudiante y a su vez tenemos la mayor brecha salarial entre directivos y el magisterio. Como todo en el neoliberalismo, en el sistema educativo fue la corrupción el criterio de organización de los presupuestos y el entretejido burocrático.

Desmantelar el sistema educativo tuvo miles de consecuencias paralelas, por ejemplo que hasta la fecha haya un evidente rezago de personal médico en el país.

Otra medida promovida por los gobiernos neoliberales fue que dejaron de construir y renunciaron a administrar más allá de lo indispensable, todo lo entregaban en concesiones a empresas privadas que finalizaban las obras a destiempo y con sobre costos de hasta el triple del presupuesto original, pruebas sobran pero ahí tenemos el tren de Toluca – Ciudad de México o los más de 300 hospitales que inauguraron para la fotografía y jamás concluyeron.

Por estos motivos y por la permanente campaña mediática para cuestionar la participación de las Fuerzas Armadas en tareas que no están directamente relacionadas con la Seguridad Nacional, es buen momento para preguntarnos, ¿cómo le hicieron el presidente López Obrador y las Fuerzas Armadas para atender, resolver y entregar en tiempo y forma tantas obras, tantas acciones de logística y administración pública en estos 4 años? 

No solo siguen ayudando en tareas de seguridad pública hasta que la Guardia Nacional se consolide en cantidad de elementos, en capacidades instaladas y en infraestructura suficiente para que se cubra cada rincón del territorio nacional; durante el sexenio del presidente López Obrador, las FFAA han participado en operativos especiales como el combate al huachicol, al sargazo, el reparto de pensiones a personas adultas mayores o con discapacidad que por sus condiciones de marginación no tienen acceso a cuentas bancarias, colaborar en la habilitación de varios hospitales militares y civiles para que atendieran a personas con COVID, la campaña extraordinaria de vacunación contra el COVID 19 (tarea en la que, contrario a lo que la oposición aseguraba, se lograron cubrir las metas en tiempo y forma, motivo por el cual podemos asegurar que nos encontramos en franca recuperación pospandémica), la construcción de los cuarteles para que la Guardia Nacional pueda instalarse de forma permanente en todo el territorio nacional, la construcción de los aeropuertos en Quintana Roo y el AIFA, construir las más de 2,700 sucursales del Banco del Bienestar y algunos tramos del Tren Maya, cuidar las aduanas y puertos, y un largo etcétera, siempre con eficiencia y eficacia cumpliendo en tiempo y forma.

Las FFAA construyen una sucursal del Banco del Bienestar en 3 meses y tiene un costo de 5 millones de pesos, un cuartel de la GN 25 millones, con honestidad, eficacia y eficiencia han recuperado la capacidad de construcción de infraestructura del Estado mexicano. 

Frente a estos argumentos bien vale preguntarnos ¿de dónde salió tanto servidor público con la capacitación y disciplina para cumplir con tantas misiones? ¿Cómo nos explicamos que en pleno proceso de desmantelamiento del Estado mexicano, del desfondamiento del sistema de educación pública del que ya hicimos mención y con la ruptura institucional que implicó la criminal estrategia de guerra que nos impuso Felipe Calderón, las FFAA siguieran formando jóvenes del pueblo para que pudieran desempeñarse como servidores públicos profesionales, lo que les permite además tener condiciones de movilidad social a las que difícilmente podrían acceder de otra forma?

Es justo reconocer que el Heroico Colegio Militar le ha legado a todo México la formación de varias generaciones de personas servidoras públicas emanadas del pueblo y que tienen la capacidad y la capacitación para atender distintas tareas del servicio público y lo hicieron en un periodo donde la hegemonía política en America Latina buscaba desmantelar la infraestructura de las instituciones del Estado nación.

Otra muestra de que las FFAA fueron a contracorriente de la tendencia neoliberal, son las reformas al Colegio Militar para mejorar y ampliar la formación teórico práctica que llevaron a cabo entre los años de 1980 al 84, justo cuando el neoliberalismo entra al país.

Este texto no pretende dar la espalda a los casos de abuso de autoridad en los que las FFAA, siempre por instrucción presidencial, han jugado un papel protagónico; por supuesto que en el neoliberalismo pero sobre durante el calderonato hubo una élite que se benefició, la corrupción tocó todas las instituciones del Estado mexicano. Lo que sí busca este artículo es poner en la mesa un elemento más para comprender los motivos por los que el presidente López Obrador le ha demostrado tanta confianza y compromiso a la relación con las Fuerzas Armadas a tal grado que varios de sus proyectos prioritarios como el AIFA, el Tren Maya y la Guardia Nacional los intenta blindar dejándolos bajo el resguardo de las FFAA para que los cuiden y salvaguarden su misión y objetivos como lo han hecho con el Heroico Colegio Militar o con el plan DNlll.  

Las Fuerzas Armadas tienen alrededor de 400,000 mil elementos de los cuales la mitad están ayudando en tareas para la reconstrucción nacional y la otra mitad siguen ayudando en tareas de seguridad pública, misión extraordinaria que en los dos sexenios previos se llevó a cabo sin que contaran con un respaldo legal, este respaldo se logró con la aprobación de la Ley de la Guardia Nacional donde se establece un artículo transitorio que faculta a las FFAA para coadyuvar con las autoridades civiles en tareas de seguridad pública hasta que se consolide la GN en todo el país, originalmente se estableció un plazo que vence este 2023, no obstante el poder legislativo ha aumentado ese plazo cuatro años más considerando que la GN, a cuatro años de su creación, ya se hace cargo del 57% de las tareas de seguridad pública de todo el país y ya se cuenta con el 60% de los cuarteles que se requieren para que la GN se establezca de forma permanente en cada región. A diferencia de los sexenios de Calderón y Peña, ahora podemos asegurar que hay un claro proceso a través del cual se logrará la anhelada desmilitarización de la seguridad pública, la Policía Federal fue un proyecto que jamás concluyó, solo sirvió para alojar a una nueva elite de policías corruptos que bajo las órdenes de García Luna hicieron de la seguridad un motín, jugaron un papel clave en la profundización de la crisis humanitaria. Por eso a 4 años de que venza el plazo ya referido, es buen momento para preguntarnos ¿qué sigue para las FFAA una vez que dejen de atender las tareas de seguridad pública en México? ¿encerramos en sus cuarteles a no hacer nada a tantas personas tan bien formadas para tantas tareas?

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