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Lázaro Cárdenas a la CELAC

amlo cárdenas batel

El hasta ahora coordinador de asesores de la Presidencia deja el cargo para asumir una importante encomienda internacional

T|CDMX|17032023. Las notas que han salido de bote pronto destacan el hecho de que la salida de Lázaro Cárdenas Batel del gabinete tiene lugar días antes de la marcha del 18 de marzo convocada por el presidente López Obrador, queriendo dar a entender que las tensiones con los Cárdenas se mantienen y que no estarán presentes ni él ni su padre, Cuauhtémoc, en la marcha en cuestión.

Esta es una manera de interpretar el anuncio que hizo hoy el presidente López Obrador desde su mañanera en Tabasco, pero que reduce el acontecimiento al ámbito estrictamente nacional y coyuntural. 

Para nosotros en Transformación, en cambio, el expediente del “distanciamiento Cárdenas-López Obrador” está ya agotado y dictaminado, y está claro que el ingeniero se mantendrá hasta el final con esa actitud ambigua, timorata y, en el límite, históricamente miserable desde la que jamás ha podido aceptar –según sus actitudes desde la primera candidatura de AMLO en 2006 al día de hoy– el hecho de que la 4T lleve el sello del lopezobradorismo y no el del cardenismo como legado histórico y dirección ideológica fundamental.

Otra interpretación posible es que Cárdenas Batel acaso esté tomando la distancia política y temporal necesaria para ir preparando los contornos de un perfil presidenciable paso previo por un cargo internacional como el de la CELAC; posibilidad que, además de remota, se percibe ciertamente irrealizable.

La tercera interpretación apunta hacia la relevancia de primer orden que comporta el hecho de poner a un cuadro mexicano heredero de un legado tan importante como el del general Lázaro Cárdenas –símbolo principalísimo de la 3T o revolución mexicana– para insertar a México en el sistema de coordenadas geopolíticas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, surgida en 2011 en Caracas por impulso del presidente Hugo Chávez en el marco de la III Cumbre de América Latina y el Caribe y la correspondiente XXII Cumbre del Grupo de Río y cuyos lineamientos quedaron estipulados en la Declaración de Caracas, organizado todo como parte del momentum histórico configurado con motivo de la conmemoración del bicentenario del inicio de los procesos de independencia llamados a desembocar en la emancipación política de todo el continente.

Desde tales coordenadas generales, la CELAC fue puesta en marcha como –y citamos el documento– ‘mecanismo representativo de concertación política, cooperación e integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que garantice la unidad e integración de nuestra región’. 

En su mañanera, el presidente indicó que está en el aire de la CELAC la consideración de la idoneidad de crear una suerte de Secretariado General de carácter permanente que estaría coordinándose con las presidencias rotativas, y que pudiera fungir como arquitrabe de continuidad y seguimiento de los trabajos y acuerdos. Si se logra que Lázaro Cárdenas Batel ocupe tal posición sería sencillamente extraordinario, y permitiría que México apuntale un liderazgo latinoamericano que por derecho propio tiene, y fortalecería los esfuerzos del bloque bolivariano, nacionalista y popular enderezados a contrabalancear el papel tan pernicioso y viciado de la OEA.

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