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X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN)

Foto - Cumbre de líderes de América del Norte

Con arribos de Biden y Trudeau en el AIFA, el presidente López Obrador les da recibimiento de lujo

T|CDMX|11012023. La expectativa opositora era que le fallara al presidente su propuesta de que Biden y Trudeau aterrizaran en el AIFA, uno de los proyectos insignia de la 4T. Analistas, comentaristas y supuestos expertos internacionales se mofaban y desgarraban las vestiduras ante el supuesto sacrilegio de romper los protocolos tanto nacionales como los de los servicios secretos de EEUU, que obviamente rechazarían categóricamente, según ellos, la propuesta del presidente. 

Cuál no sería el fiasco monumental que todos se llevaron cuando el canciller Marcelo Ebrard confirmó en la víspera que Biden iba a aterrizar, efectivamente, en el AIFA, con el añadido de que, por si hubiera sido poco ese gesto de cortesía diplomática ante AMLO, lo invitara a subirse a la limusina oficial del gobierno norteamericano, “La Bestia”, para acompañarlo en su traslado a su hotel. Tal fue el primer episodio, el domingo 8 de enero pasado, de la visita de alto nivel que tuvo a la ciudad de México como epicentro, y que reunió a los jefes de Estado de la parte norte del hemisferio. 

En una primera ronda de trabajo bilateral México–Estados Unidos, la primera dama norteamericana, Jill Biden, y la esposa del presidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müeller, hicieron un primer pronunciamiento conjunto (leído por Biden en inglés, y traducido por Gutiérrez Müeller al español), titulado “México y los Estados Unidos de América sobre dos siglos de amistad y colaboración”, que es evidentemente y a todas luces un título lleno de sarcasmo, ironía y falsedad toda vez que, de esos doscientos años, algunos que otros períodos estuvieron marcados por la más beligerante y directa agresión norteamericana hacia México (recordemos la pérdida de los territorios del norte de México a mitad del siglo XIX), aunque se entiende que la ocasión obligaba a relajar un poco los criterios y las exquisiteces para permitir que fluyera todo en condiciones. 

El mensaje Biden–Gutiérrez Müeller estuvo cifrado sobre todo en un tono cordial e ideológico, en el sentido de plantear una serie de principios y virtudes (o valores, como se le suele decir) como la libertad de expresión, de fe y de prensa, la fraternidad, la familia, la educación o la democracia, que fueron presentados como valores comunes para ambas naciones.

Luego vino el intercambio de mensajes entre Biden y AMLO, realizado desde uno de los salones de Palacio y en el que cada mandatario estuvo flanqueado por grandes hileras a izquierda y derecha de sus respectivos funcionarios de alto nivel. En los mensajes se notó una diferencia de escala y tono entre uno y otro, pues AMLO fue generoso en halagos al presidente Biden, llamándolo humanista y visionario, además de que planteó el problema crucial de la necesidad de integrar las economías a nivel hemisférico ante el avasallante crecimiento comercial de Asia, cuyos productos no dejan de inundar las costas de todo el litoral Pacífico del continente. Biden, en su turno, en un discurso mucho menos exaltado, se redujo a referirse a México en términos de socio nada más –AMLO habló de hermandad fraterna entre los pueblos–, para pasar luego a la mención de problemas fundamentales como la del trasiego de fentanilo, la migración irregular y la defensa de las instituciones democráticas en México, el continente y el mundo. 

Ya con Trudaeu presente, realizaron los tres mandatarios una Declaración de Norteamérica (DNA), en la que manifestaron que los tres líderes están comprometidos a reforzar la seguridad, la prosperidad, la sostenibilidad y la integración regional (haciendo por tanto caso omiso a los llamados de AMLO por la integración entera de América) trabajando para ello con arreglo a seis pilares fundamentales: 1) diversidad, equidad e inclusión; 2) cambio climático y medio ambiente; 3) competitividad; 4) migración y desarrollo; 5) salud; y 6) seguridad regional, luego de lo cual se afirma –en concepto un poco raro y hasta cursi para nuestro gusto– que hay un ADN norteamericano, constituido por las variables o elementos de la libertad, la justicia, los derechos humanos, la igualdad y la democracia.

Dejando las declaraciones y mensajes aparte, muchos de los cuales suelen ser un poco genéricos, inocuos y hasta cursis (como es el caso de hablar ahora de un ADN), es notable la capacidad del presidente López Obrador para liderar la escena en todos y cada uno de los eventos, lo que nos permite calificar a esta cumbre, en términos generales, como un verdadero éxito. 

Para el futuro inmediato, y para la especulación, queda saber todo lo que se conversó y negoció a puerta cerrada, incluyendo lo que conversado entre Biden y el presidente al interior de “La Bestia”.

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