Lula pone a Dilma Rousseff en el Banco de Desarrollo de este bloque geopolítico fundamental
T|CDMX|13042023. Es sabido por todos que una de las fuentes principales de poder geopolítico es el del dinero en general, y el del sistema de créditos en particular. Dime quien controla uno y otro y te diré quién controla el mundo, o por lo menos buena parte de él, podríamos decir. Para Susan Strange, por ejemplo, el poder estructural (o geopolítico) está en quién controla los mecanismos fundamentales de la producción pesada, las finanzas, la información, el armamento y la energía: las corporaciones o multinacionales y los Estados nacionales son por tanto los jugadores principales de este plano decisivo de la economía moderna, en el que se dirimen verdaderamente la guerra a muerte por el espacio y el poder por encima del derecho, que es lo que define el enfoque geopolítico de análisis y que es, para Transformación, el único enfoque posible para comprender cómo funciona el mundo en realidad.
A estos efectos, es ciertamente impactante y admirable la capacidad de Brasil para moverse en ese plano, tomando en cuenta el hecho de que su posición geográfica, tan distante de Estados Unidos, le confiere márgenes de maniobra muy distintos a los de México, que comparte una frontera kilométrica con Estados Unidos y tiene una codependencia comercial, social, migratoria y cultural que lo coloca en una posición única y ciertamente difícil.
Planteado primero por ahí de 2001 como un acrónimo del economista Jim O’Neill para conceptuar a un conjunto de economías emergentes refiriéndose a Brasil, Rusia, India y China, el acrónimo BRIC –posteriormente BRICS, añadiendo a Sudáfrica– ha venido consolidándose como término de referencia de un bloque geopolítico con un potencial extraordinario en todos los aspectos más allá del comercial, sobre todo porque tres de los cinco países, además de su poderío demográfico y económico, cuentan con armamento atómico: Rusia, China e India, cuestión que le da un carácter muy especial y prácticamente único a este bloque que por tantas razones remite a las coordenadas del Bloque de Países No Alineados de la Guerra Fría.
En ese contexto, el BRICS ha impulsado la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo que pueda enderezarse como contrapunto al sistema geo-financiero de Bretton Woods (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional), que al día de hoy sigue siendo la arquitectura de presión más importante del mundo en desarrollo sobre el que está en vías de desarrollo, pero que puede considerarse en crisis operativa y de credibilidad-legitimidad luego de la crisis global del sistema en 2008.
La sede del banco estará en Shanghái, y la presidenta ejecutiva será ni más ni menos que Dilma Rousseff, aliada histórica de Lula y expresidenta ella misma de Brasil. La apuesta es verdaderamente interesante y desafiante, pues se trataría de configurar una arquitectura de transacciones monetarias que desplace al dólar como la principal moneda del comercio mundial, ya sea que se sustituya por el yuan chino o, en el límite, por una nueva moneda.
Definitivamente vivimos tiempos estelares de la humanidad, como dijera Stefan Zweig.