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¿La crisis del banco suizo Credit Suisse podría provocar una crisis financiera en Europa y luego en el mundo? 

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En el sistema bancario internacional reina el principio de incertidumbre según el cual, el agitar de las alas de una mariposa en una parte del mundo puede llegar a otra parte convertida en tempestad o huracán

 T|CDMX|15032023. El pasado viernes 10 de marzo se hizo pública la quiebra de Silicon Valley Bank, se trataba de un banco que tenía como sus principales cliente a empresas y firmas de inversión de la industria de la tecnología; el banco tenía, de alguna forma, un perfil de riesgo ya que financiaba a empresas nuevas y participaba en iniciativas como el de las criptomonedas, por ejemplo, y aunque no era uno grande según los parámetros de Wall Street, lo más importante es que su ocaso generó una ola de dudas, preguntas, pero sobre todo, miedo en los sistemas financieros del mundo. Sin duda, una de las máximas de la teoría del caos, aquella que dice que el agitar de las alas de una mariposa en una parte del mundo puede llegar a otro parte convertida en un tempestad o huracán, es un elemento central en el sistema bancario internacional.   

La quiebra de los bancos en los tiempos actuales surge de sus propios mecanismos de funcionamiento: recibir o regresar dinero de inversionistas, administrar fondos de forma eficiente, realizar prestamos o invertir en proyectos seguros, recibir ganancias netas y empezar un nuevo ciclo con los mismos pasos, cuando alguno de los componentes falla entonces se pone en entredicho su viabilidad, se dice que entra en crisis y quiebra. Desde luego que no todo depende exclusivamente del funcionamiento interno (como en los viejos tiempos de las películas o novelas), ya que en la actualidad de forma externa se encuentran sujetos a los incrementos o descensos de la tasa de interés, a la situación de la bolsa de valores y al valor de los bonos que emiten, entre otros; así el éxito o fracaso de los bancos depende tanto de factores internos como externos. En el caso de Silicon Valley Bank, según la información consultada, su quiebra definitiva se debió, financieramente, a que tomó los fondos depositados y los invirtió en muchos negocios y proyectos (se dice que cualquiera podía pedir una tarjeta de crédito o solicitar una hipoteca al banco y lo otorgaba), así que tuvo que emitir muchos bonos -que no es otra cosa que un instrumento para generar deudas que se pagan con un interés y el pago completo del préstamo-,  cuando las tasas de interés crecieron y  los bonos perdieron valor, ocurrió que la inversión en tecnología se desaceleró y las empresas emergentes buscaron retirar efectivo del banco para pagar sus gastos, entonces Silicon Valley Bank no tuvo el dinero para regresar a sus inversionistas y quebró (claro prometió desde el año 2021 la reestructuración del banco y la llegada de nuevos inversionistas, pero nada ocurrió).  Para algunos comentaristas internacionales de asuntos bancarios, el problema del banco no fue sólo por los temas internos y externos, se trató sobre todo del principio sobre el que funciona el sistema: la falta de confianza de sus clientes e inversionistas, ya que cuando algunos clientes se enteraron de que el banco no tenía disponibilidad, todos en conjunto solicitaron el retiro de su dinero, inversiones o fondos, y pusieron en jaque al banco. Sin embargo, lo que podría parecer la crisis de un banco importante, pero pequeño comparativamente, en una localidad de EU, resultó en una alarma mundial.

A lo ocurrido el viernes 10 de marzo en Silicon Valley, se agrega otro fenómeno de similares características, pero de mayor importancia, con la crisis en la que se encuentra Credit Suisse Group,  con sede principal en Zúrich, Suiza, fundado hace 150 años, que anunció en el año 2021 estar en números rojos por 1.670 millones de euros. Ahora no se trata de un banco de empresas de tecnología emergente sino de un banco de servicios financieros para clientes privados, pequeñas y medianas empresas, pero también de un intermediario financiero con instituciones y empresas globales y organismos gubernamentales, cuyas acciones nominativas cotizan en la bolsa de Zúrich y en la de Nueva, y emplea a unas 47170 personas en el mundo entero. Es decir, estamos hablando de un banco muy importante a nivel internacional que ya empieza a enviar signos de contagio de crisis a otros de Europa. La crisis del consorcio se debe principalmente a que Greensill Capital, una compañía prestamista de EU, no le pudo pagar un crédito 140 millones de dólares, al colapso de Archegos Capital Management por la caía de sus acciones, a multas por manipular información -el caso de Irán frente a EU-, a su  incapacidad para llevar de forma eficiente su banca de inversión, a cambios en la dirección de la empresa y a propuestas de reestructuración que no han tenido los  resultados y la confianza esperados. El tema con Credit Suisse no es menor para el sistema financiero internacional, ya que a pesar de que se habla de errores internos, y por ello de su reestructuración, lo peor es que sean por insolvencia, es decir que le ocurra lo mismo que a Silicon Valley Bank. El problema, que parece más una paradoja, es que nuevamente la falta confianza repercuta en los planes de la empresas de superar su crisis y eso haga precisamente que afecte aún más su desempeño financiero y provoque que sus clientes sufran de pánico bancario (término usado en la banca cuando los depositantes de un banco, o de varios bancos, comienzan a retirar sus depósitos en grandes cantidades debido a preocupaciones sobre la solvencia del banco o del sistema bancario en general) y provoquen la bancarrota.

Lo peligroso de Credit Suisse es que ahora empiezan a presentarse desplomes cercanos al 10% en otros bancos europeos como Deutsche Bank, Bank of Ireland y en bancos privados como BBVA, Bankinter, Santander, entre otros. La secuela de la crisis de 2008 ha dejado endeble al sistema financiero internacional por más que se le hagan ajustes y se generen mayores sistemas de control, aún no pasa el trauma, y no pasará quizás nunca, porque se trató de una crisis económica global, que provocó desaceleración económica en muchos países y una recesión que duro varios años con desempleo y pobreza en muchos lugares. En 2008 muchos bancos y otras instituciones financieras quebraron o tuvieron que ser rescatados por el gobierno, en suma, el sistema financiero dejo de ser lo que era antes. Para algunos teóricos de la economía en ese año se mostró con toda su fiereza la crisis del capitalismo global y no tendría salida, para otros se trataba simplemente de la falta de supervisión y controles normativos, así como de las ambiciones y frivolidades de rapaces banqueros y ejecutivos que no debían repetirse.  No sabemos si los gobiernos nacionales saldrán a rescatar a los grandes bancos internacionales en este inicio del 2023, tampoco si tendrán suficientes fondos para hacerlo. Justo en este momento hay una moneda al aire respecto al sistema financiero y bancario, no podemos ser ingenuos, pero tampoco excesivamente confiados.  Las noticias que llegan sólo crean mayor confusión y, en muchos, casos están pintadas por los intereses de alguna de las partes afectadas, lo cierto es que nuevamente nos encontramos en una situación que pueden ser ya un huracán o sólo el aleteo de una mariposa, la verdadera incertidumbre se encuentra en el tiempo.      

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