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Hay confianza interna y externa en el manejo de nuestra economía más allá de la alharaca ideológica 

Inflación 2

A la baja la inflación en marzo (1.65 menos de lo pronosticado) y crecimiento de PIB en este año (más .8 de lo pronosticado)  

T|CDMX|24032024. Amanecimos con dos muy buenas noticias sobre la economía de nuestro país: 1) la inflación suma cuatro quincenas a la baja, se encuentra a 7.12 en la tercera semana de marzo, mientras que agosto del año pasado se situó en 8.77; y 2) BBVA prevé que el PIB crezca 1.4 este año, frente a la previsión anterior que lo situaba en 0.6.  Las dos noticias, más sus efectos en todo el ciclo económico (por ejemplo, BBVA menciona que México es de los pocos países donde el salario real se incrementa por encima de la inflación) nos permite pensar que no viviremos la tradicional incertidumbre asociada a los cambios políticos con el fin del sexenio. Pero qué es todo esto que normalmente sólo es comprendido y tratado por especialistas en economía y finanzas. 

La inflación se entiende como el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios durante un tiempo determinado. Los bienes se dividen en dos: i) de consumo, para uso personal o familiar, como alimentos, ropa, electrónicos, etc.; ii) de capital: son aquellos que se obtienen para producir otros bienes o servicios, como maquinarias, herramientas, vehículos, edificios, etc.. Los servicios son productos no tangibles que se producen y consumen al mismo tiempo, como la atención médica, la educación, la asesoría legal, la reparación de vehículos, la limpieza, entre otros (los servicios pueden ser proporcionados por empresas o personas). Tanto los bienes como los servicios proporcionan a los consumidores lo que necesitan para vivir o desean tener, y lo más importante, tanto los bienes como los servicios generan ingresos y empleo para los productores. De esta forma simple podemos decir que el ciclo ideal económico puede funcionar sin grandes complicaciones, el tema es cuando, por ejemplo,  incrementa la demanda de bienes y servicios (y no hay), aumentan los costos de producción o se devalúa la moneda. De esta manera cuando existe inflación y se mantiene elevada y sostenida provoca que el poder adquisitivo del dinero disminuya, que los mercados se desestabilicen y que el valor del dinero depositado en los bancos como ahorro se erosione. Y esta inflación puede generar un círculo negativo en el cual no existe posibilidad de frenar porque la economía funciona, valga el ejemplo para ilustrar, cómo una máquina donde un componente afecta al resto de las partes que la integran. Existen casos con consecuencias políticas y sociales graves, como en el caso de Argentina, donde desde la década de 2000, ha vivido ciclos recurrentes de inflación, provocando la devaluación de su moneda y la disminución del poder adquisitivo de sus ciudadanos (Según el FMI  2019 alcanzó una tasa del 53,8%); o Venezuela, donde desde 2016 existe una hiperinflación acelerada y ha llevado a la devaluación masiva de su moneda. (según el FMI en 2019 alcanzó una tasa de alrededor del 9.000.000%); o Sudán, donde entre 2018 y 2019, experimentó una inflación elevada debido a la depreciación de su moneda y la escasez de bienes (según el BM alcanzó una tasa del 60%). 

En nuestro país también hemos tenido períodos de inflación graves que aún muchos recordamos. Por ejemplo, en la década de 1970, experimentamos una inflación anual del 28% (1977) debido a un aumento en los precios del petróleo y un exceso de gastos del gobierno; en el año de 1987 alcanzó un máximo histórico con una tasa anual de inflación del 159%; en 1994 con la crisis financiera y la inestabilidad política, se llegó una inflación del 52% anual; aunque de 2010 a 2017 hubo una inflación relativamente baja, en el año 2017 aumentó con un 6.77 debido a la depreciación del peso y la liberalización de los precios de la gasolina. Pero no son sólo factores internos los que provocan inflación en los países sino también externos, tanto económicos como políticos, como puede ser el aumento en los precios de las materias primas, como el petróleo, que incrementan los costos de producción para las empresas y por lo tanto los precios finales suben; o la devaluación, cuando la moneda nacional vale menos frente a otras monedas y provoca que los bienes importados sean más caros; o debido a que otros países lleven a cabo políticas monetarias expansivas, es decir que aumenten los flujos de capital hacia la economía nacional y generen incremento en los precios de bienes y servicios; también ocurre por tensiones geopolíticas, como las guerras o las sanciones económicas,  que provocan interrupciones en el comercio internacional y aumentan los precios de los bienes y servicios (como la guerra de Rusia-Ucrania actualmente); o por desastres naturales, como terremotos o huracanes, que dañan  la producción y la infraestructura; y, por supuesto, por pandemias como ocurrió del año 2020 al 2022 por COVID 19 que paralizó prácticamente el comercio internacional. Por todos estos factores que juegan es la estabilidad de una economía nacional es una buena noticia saber que la inflación en nuestro país haya bajado en las últimas cuatro quincenas y se encuentre debajo 1.65 de lo pronosticado por los especialistas. 

Ahora bien, el PIB, o producto interno bruto, no es otra cosa que una medida del valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos en un país durante un período determinado (generalmente un año), por lo que se utiliza como una medida del tamaño y la salud de una economía. El PIB incluye todos los bienes y servicios finales producidos dentro del país, ya sea por empresas nacionales o extranjeras, incluye bienes tangibles como alimentos, ropa y automóviles, así como servicios intangibles como atención médica, educación y servicios financiero, y se calcula mediante la suma del valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos a precios corrientes y se ajusta por la inflación para obtener el PIB real. Si hacemos caso a las previsiones de que crecerá nuestro PIB este año 1.4, a pesar del freno de la economía de EU, nuestro primer socio comercial, a la incertidumbre de la guerra de Rusia y Ucrania en los precios del petróleo y a la crisis bancaria y financiera de los bancos europeos (Credit Suisse, Deutsche Bank y Bank of Ireland, entre otros), podemos decir que estamos no sólo superando la crisis de la pandemia sino también obteniendo confianza interna y externa en el manejo de nuestra economía y esa es buena noticia más allá de la alharaca ideológica. 

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