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Relatos e historias en México

2023-02-13 105037

Ismael Carvallo Robledo

El primer número de Relatos e Historias en México de enero de 2023 tiene como tema central a Juan Diego, con textos de los profesores Antonio Rubial (“San Juan Diego y la santidad indígena”) y Gisela von Wobeser (“Los primeros milagros atribuidos a la Virgen de Guadalupe”), acompañados de varios trabajos de temática virreinal novohispana: 1) sobre la fiesta de la epifanía mexicana, que es la celebración de cada 6 de enero en la que tiene lugar la adoración de Jesús infante por parte de los Reyes magos y que constituye, en realidad, un acontecimiento medular en la liturgia católica aunque sea ciertamente monumental su desconocimiento, desdén y olvido; el breve escrito es de Katia Perdigón Castañeda; 2) sobre la historia de una india noble de Chalco, Paula Jacinta Gómez, y su trayectoria para convertirse en monja y poder profesar en el Convento de Corpus Christi en 1735, que hoy puede apreciarse en el número 44 de la avenida Juárez emplazada en la primera línea visual detrás de la cual están las oficinas de la Cancillería; el ensayo es de Xixián Hernández de Olarte; 3) sobre la interesante –y desconocida también– historia del tornaviaje de 1565, en el que Andrés de Urdaneta descubrió la corriente oceánica que permitió regresar de las Filipinas hacia Acapulco para terminar así configurando la ruta de ida y vuelta en el Pacífico y establecer lo que los historiadores especializados en el tema han llamado la primera globalización; y 4) sobre los santuarios guadalupanos de Nueva España, con otro texto más de Antonio Rubial.

Del siglo XIX hay dos trabajos bien interesantes: el de Javier Torres Medina titulado “Los usos políticos de la pobreza en el siglo XIX” y el de Gerardo Díaz sobre “El error de Tacubaya en 1859”, que es una breve nota sobre los días en que Santos Degollado dudó demasiado sobre si tomar o no la Ciudad de México desde el pueblo de Tacubaya en el contexto de la Guerra de Reforma, cosa que era relativamente fácil a la vista del hecho de que el grueso del ejército conservador estaba ocupado en le intento de arrebatar Veracruz a Benito Juárez, además de que los principales generales como Miramón, Mejía y Márquez, estaban ausentes. 

El hecho es que Degollado nunca se decidió por avanzar a la Ciudad de México un aciago 18 de marzo de 1859, circunstancia que resultó ser fatal porque permitió que en los días siguientes el bando conservador se restableciera y avanzara para terminar derrotando a un Degollado que se lo pensó demasiado, viéndose a la postre obligado a huir del valle de México. Hoy en día, entre la avenida Patriotismo y la calle 11 de abril, en la colonia Tacubaya, se erige un pequeño monumento a los caídos; muy pocos sabrán que se trata de los que cayeron merced al “error de Tacubaya” de Santos Degollado. 

El resto de los textos son los siguientes: un breve texto sobre el encuentro entre
Álvaro Obregón y Ramón del Valle Inclán, mancos los dos, en junio de 1915, en la sección de “Anecdotario”; la segunda parte de una semblanza sobre Remedios Varo, en la sección “Extranjeros perdidos en México”; un texto de Soren de Velasco Galván titulado “La política exterior de López Mateos en la Guerra Fría (entre Washington y Moscú)”, siendo un tema de gran interés por razón de que fueron los años en que triunfa la Revolución cubana (1959) y se modifica radicalmente el mapa de antagonismos geopolíticos hemisféricos, y dentro del cual López Mateos se manejó con gran habilidad y prudencia; varios textos de Marco A. Villa, primero sobre la banda de rock Slade, titulado “Glam Rock. Más escenografía y vestuario”, dentro de la sección “Museo del Rock”, luego otro sobre la historia de lo que los mexicanos conocemos como “el volado” (“¡La moneda está en el aire! Breves relatos históricos del volado nacional”) y un último texto con una reseña de la película Sonora de Alejandro Springall sobre la campaña de persecución contra chinos en el norte del país en la década de los treinta del siglo pasado, estrenada en 2019 y basada en la novela de Guillermo Munro Palacio La ruta de los caídos; un texto de Luis Anaya Merchant sobre el origen del verbo carrancear (“Carrancear. Verbo y sentencia popular”); la reproducción de un capítulo del libro Ricardo Flores Magón de Diego Abad de Santillán, de 1925, sobre el alzamiento magonista de 1908 en Coahuila; dos textos breves más de Gerardo Díaz sobre la muerte de Margarita Maza (“¡Adiós, madre mía! Muere Margarita Maza”), sección “Enero en la memoria”, y un último trabajo, sección “La jugada de ayer”, titulado “La alianza del motor americano y la Carrera Panamericana en México”. 

Los tres libros recomendados en la sección de Libros son Historias de migración. México: país de migración de retorno. Primera mitad del siglo XX, de Fernando Alanís y Saúl Hernández; Zapata: el héroe, el mito. Zapata después de Zapata, de Salvador Rueda Smithers; y Africanos de América. Entre mayas y españoles. Africanos en el Yucatán colonial, de Matthew Restall.

En una de las cartas de los lectores hay una suerte de queja sobre el hecho de que se percibe un cambio en la orientación de las secciones y los temas, en el sentido de que hay ahora un sesgo tal vez demasiado evidente sobre temas religiosos, además de otros como deportes, películas y música, que no son del gusto del lector que escribió. 

Yo no veo ningún problema en ninguno de los casos aludidos. Por cuanto al tema religioso, y en general sobre la historia virreinal, el valor de su divulgación es inestimable porque es mucho lo que se desconoce sobre este período central para los efectos de comprensión de la matriz social, cultural, religiosa, política y geopolítica a partir de la cual se reorganizará México como nación independiente y soberana; sobre los temas de deporte, cine y cultura sólo puedo decir que su valor historiográfico es también importante desde la perspectiva de la historia cultural y de las costumbres. 

En general, esta revista me parece de las mejores y más importantes que hay en el país, y no exagero, porque se trata de una plataforma de divulgación de saberes históricos tratados por especialistas que, de otra manera, seguirían hablando para sí y para su gremio, manteniendo un vacío tremendo en la sociedad en lo que respecta a esta forma tan importante de conocimiento, el histórico. 

Además de ello, es notable el hecho de que en las páginas de la revista son posibles los revisionismos históricos de todo tipo, que manejados a nivel divulgativo posibilitan la maduración de un juicio ciudadano más equilibrado y complejo sobre temas, personajes y acontecimientos fundamentales de la historia nacional que sólo se abordan en el sistema educativo nacional de manera introductoria y esquemática, lo cual no se critica ni mucho menos y, en principio, consideramos como una labor encomiable e importante. 

En una de sus notas de los Cuadernos de la cárcel, hablando de las revistas tipo, decía Gramsci que ‘un organismo unitario de cultura que ofrezca a los diversos niveles del público los tres tipos mencionados de revistas (además, estos tres tipos deben participar en un espíritu común), con el apoyo de colecciones paralelas de libros, daría satisfacción a las exigencias de un sector más activo intelectualmente, pero sólo en estado potencial; al que conviene elaborar, hacer pensar concretamente, transformar y homogeneizar de acuerdo con un proceso de desarrollo orgánico que conduzca del simple sentido común al pensamiento coherente y sistemático’.

Esto último que dice, en relación al tránsito del simple sentido común al pensamiento coherente y sistemático, es precisamente lo que se logra con este tipo de revistas de divulgación histórica, para que lo que es conocido por todo el mundo como parte de su folklore, como son por ejemplo el “volado”, el verbo “carrancear” o la epifanía del 6 de enero, pasen a ser conocidos en su contexto de determinación social, político, cultural y, efectivamente, religioso. 

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