Melchor JJ Ramírez
Nacimos sin esperanza,
pobres desde la infancia,
entre calles sucias,
entre obreros flacos y tristes
de cabezas de carbón;
entre polvos de arroyo,
entre noches rotas,
con ojos rojos,
a rastras por el plomo,
como hilos grises y duros,
como llantos ocultos,
con la mirada perdida
entre paredes sin sombra
y pasos de fin de día,
traqueteando entre aceite,
con clavo y acero,
entre oxidadas ventanas de fuego,
soñando fortuna de extraños,
de los que miran con lástima,
cubiertos de oro fingido,
mientras un polvo amarillo sopla,
inunda de sangre los pulmones,
el cuerpo ensancha con ira,
con los riñones negros,
las manos inservibles
y un hígado de ruin violencia;
en las casas reina la desnutrición,
soberana mano de piedra,
de huesos infantiles descoloridos,
de risas forjadas de dolor;
andamos entre basura
con nuestros dientes viejos,
con escamas rojas sin piel,
de la mano de obreros,
negros tristes renacen,
entre las costillas que se van
o por las que jamás regresan.