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Petro en España: entre la confusión y los mitos

petro españa

T|CDMX|08052023. En una visita de cuatro días, el presidente de Colombia Gustavo Petro se reunión con diversidad de actores del gobierno de España para tratar la agenda bilateral hispano-colombiana alrededor de varios temas de gran interés e importancia, entre los que destacan el plan de paz total, la transición energética, el turismo sostenible, el desarrollo de infraestructuras ferroviarias y la educación. 

Como era de esperarse, las reacciones a la visita y a los discursos se dividieron en función de las coordenadas de partidos y medios, y sobre todo determinadas por una confusión terrible entre las percepciones distorsionadas o tergiversadas que se tienen respectivamente entre uno y otro gobiernos y entre unas y otras coaliciones político-gubernamentales, comenzando por la incomprensión general que se tiene sobre la situación actual en España fuera de España, que está obscurecida por lo que se ha dado en llamar “guerracivilismo”, que es el dispositivo ideológico situado en el contexto de la Guerra Civil española (1936-1939) que enfrentó al bando nacional-católico (Franco, José Antonio Primo de Rivera) con el republicano-comunista (Azaña, Largo Caballero, Negrín, Carrillo) y que, así haya tenido lugar hace ya casi un siglo, sigue intacto para los efectos de clasificar a los partidos y gobiernos del presente, como si la Unión Soviética no hubiera caído ya y como si el PSOE no hubiera dejado de ser un partido marxista-leninista en el Congreso de Suresnes de 1974, y como si la llamada transición democrática española (1978-1981) no hubiera tenido lugar ya como parte de una estrategia de la CIA y la socialdemocracia alemana de Billy Brandt para desactivar a la izquierda comunista española.

El resultado de esa confusión se manifiesta en el hecho de considerar como de izquierda al PSOE o a PODEMOS, cuando se trata en realidad de proyectos ideológicos burgueses y postmodernos, es decir hippie-progresistas, que es como decir también neoliberales, y que están determinados estructuralmente por el complejo de culpa y la Leyenda Negra antiespañola creada y alimentada por Inglaterra desde los tiempos del enfrentamiento a muerte entre el imperio inglés y el español, con los Países Bajos como súbditos pusilánimes temerosos del segundo, y en cuya confusión filosófica (no son más que relativistas nihilistas anti-globalización y neozapatistas, además de afrancesados acomplejados) lo que están haciendo es hacer avanzar la ideología perversa postmoderna de destrucción de las identidades nacionales mediante el expediente de la subversión transgénero y transexual  (esto y no otra cosa es la clave de la agenda progresista mundial), con un presidente de gobierno, Pedro Sánchez, formado como señorito burgués en administración de empresas en universidades privadas españolas (Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial y Universidad Camilo José Cela) en la que evidentemente jamás tuvo conocimiento alguno de los fundamentos del marxismo o del leninismo o de historia, y que por tanto no le queda otra más que sentirse “de izquierda” con esa agenda progresista. 

Del otro lado, está el partido VOX, que sigue igualmente confundido en sus coordenadas pensando que los progresistas burgueses y postmodernos son en realidad una “amenaza comunista”, como si siguiera España efectivamente en la Guerra Civil de aquellos tiempos, y que atacaron y le hicieron el vació a Petro en el Congreso cuando lo visitó por formar parte, entre otras cosas, del Grupo de Puebla, al que se quiere ver como una alianza perversa cripto-comunista financiada por Venezuela o Cuba, cuando se trata en realidad de un grupo de discusión en donde convergen diversidad de corrientes con un mínimo de coincidencias ideológicas alrededor del desarrollo, la soberanía y la integración latinoamericana. 

El de Petro es ciertamente el primer gobierno proveniente del torrente histórico de la izquierda colombiana, en el que se mezclan las opciones de origen radical (él mismo fue miembro del movimiento M19, guerrilla formada en 1974), nacional popular y progresista (ambientalismo, ideología transgénero), opción esta última de gran peligrosidad toda vez que, como venimos diciendo, es la quinta columna del neoliberalismo nihilista más rapaz, pernicioso y destructor de las identidades nacionales. 

Dejando de lado al narcotráfico como gran problema geopolítico de nuestro tiempo a nivel mundial (no es que haya narcoestados aquí o allá, lo que hay son narco-sociedades alrededor del todo el planeta, la española incluida), el gran problema de las naciones latinoamericanas es la amenaza del nihilismo progresista. 

 

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