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América Latina decide

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María José Estrella

Este fin de semana se realizaron votaciones en dos países de Latinoamérica, Ecuador y Guatemala. Analicemos los resultados para entender qué fue lo que pasó.

¡Hay segunda vuelta en Ecuador! Y la gran sorpresa, aunque no tan sorpresa, fue Daniel Noboa. Otra sorpresa, en esta elección, fue que la gente se involucró mucho más y vio el debate presidencial, algo que solo veían los consultores o amantes de la política.

La gente tiene mucha memoria y si bien el correismo sigue siendo duro —con un 33% del electorado—, las circunstancias de un mal gobierno como el de Lasso no le fueron suficientes para ganar en primera vuelta con su candidata, Luisa González. Ella cumplió con el primer requisito para su base, que es ser fiel a Correa, pero se olvidó de los votantes a conquistar y careció de un plan de acción claro. Su único argumento, “Ya lo hicimos y lo volveremos a hacer”, dejó mucho que desear en el debate presidencial.

Luisa González tiene todo un contingente que, por su experiencia en la Función Pública, ayudaría a solucionar un poco más rápido lo que sucede en el país, pero no lo supieron comunicar y esto no le sumó a su campaña.

Por otro lado tenemos a Daniel Noboa, el verdadero ganador de este domingo. Se trata de un joven con conocimientos muy claros que asombró desde el debate —el cual se convirtió en el más visto—. Dejando de lado los ataques, Noboa respondió todas las dudas e incertidumbres del electorado, conquistando especialmente a jóvenes y adolescentes, quienes en estas elecciones registraron una asistencia histórica con casi 4 millones de participantes.

Si bien Jan Topic cumplió con una promesa de campaña necesaria para los ecuatorianos, quedó a deber mucho, y no le fue suficiente para llegar a segunda vuelta. Por otro lado está Otto Sonnenholzner, a quien la gente no le perdona que haya pertenecido a uno de los peores gobiernos de la historia, como lo fue el de Lenin Moreno, razón suficiente para que decidieran castigarlos en las urnas.

Vemos que el odio y la división ya no pueden ser un argumento ni siquiera en campañas de contraste. Se necesitan propuestas.

Rafael Correa hizo algo importante en el Ecuador: nos enseñó a involucrarnos en la política, pero se le olvidó que al involucrarnos los ciudadanos esperamos más de los candidatos; esta vez, al igual que la anterior, carecen de propuestas claras más allá de los señalamientos y las divisiones.

El correismo se olvidó de crear nuevos liderazgos presidenciales. Se sigue viviendo de la imagen de su creador, cuyos opositores se han encargado de empañar. Tenemos a Pabel Muñoz, Marcela Aguiñaga y Paola Pabon, que están encaminando sus liderazgos a ser presidenciables, pero con sus obligaciones actuales aún tendrán que esperar.

Se viene una segunda vuelta con poco tiempo, donde quizá el anticorreismo pueda arriesgar nuevamente y votar por un novato en la función pública, como Daniel Noboa, y personalmente me parece muy probable que esto suceda. Veremos cómo avanza la campaña, y como siempre espero que sea lo mejor para el país, no hay ningún otro objetivo más que ese.

Guatemala, después de muchísimos años, regresa con paso fuerte al progresismo, un país que se ha destacado en la región por ser conservador. “Guatemala votó”, fue el titular que leí hoy en un periódico y no puede ser más acertado. En este país el voto no es obligatorio, pero a comparación de la primera vuelta, donde el voto nulo fue el ganador, la movilización fue mayor en la segunda vuelta. Con un contundente número de votos a favor de Bernardo Arévalo —58% de votos ganados en esta jornada electoral—, queda claro que Sandra Torres, por más que sea una política con mucho poder, este no le fue suficiente.

Bernardo Arévalo, hijo de un expresidente, fue un candidato que ni siquiera era una amenaza para los punteros de las encuestas. Su fuerte trabajo en medios no tradiciones, como Tiktok, se convirtió en su mayor plataforma para comunicas sus propuestas y confrontar lo que sucedía en Guatemala, un país que ha permanecido secuestrado políticamente durante años por un grupo que se iba turnando para gobernar.

Arévalo dio una gran sorpresa en la primera vuelta y la fuerza fue aumentando una vez empezó la segunda. Si bien se utilizaron en su contra recursos y argumentos tradicionales en el contexto de Latinoamérica, como el de la “expropiación” o el de “vamos a ser Venezuela”, no les fue suficiente. De igual manera, el Ministerio Público interpuso muchos amparos en su contra, siendo notoria la intervención del gobierno actual para descalificarlo. Pese a todo esto, no lograron sacarlo de la contienda. En un grito desesperado, por la ciudad aparecieron el último día de campaña muchas pancartas que decían “No es por Sandra, es por Guatemala”.

Por favor, si algún candidato me lee, nunca permitan que en sus campañas implementen esa pieza de comunicación.

El presidente Bernardo Arévalo tiene un reto muy grande, desarmar un sistema que se ha manejado por años y cumplir todo lo prometido. Los guatemaltecos, así como salieron a votar históricamente, estarán atentos a los avances que se tengan; si bien 4 años es poco tiempo para hacer cambios significativos, debe ir sembrando una Semilla (nombre del partido político al que el pertenece) que le permita al menos lograr un mandato más para cambiar a un país que tiene muchas necesidades apremiantes, como aumento en la tasa de empleo, el retorno de la seguridad, la atención del transporte público, por mencionar algunos.

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